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Había una vez un leñador tan pobre que ya no tenía ilusiones en esta vida. Estaba desanimado porque jamás había tenido suerte. Su vida era trabajo y más trabajo. Nada de lujos, nada de viajes, nada de diversiones…
Un día, paseando por el bosque, comenzó a lamentarse en voz alta, pensando que nadie le escuchaba.
– No sé lo que es una buena comida, ni dormir en sábanas de seda, ni tener un día libre para holgazanear un poco ¡La vida no ha sido buena conmigo!
Anónimo:
graciasss
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