• Asignatura: Castellano
  • Autor: barriosjuany
  • hace 9 años

necesito un ensayo de canaima de romulo gallegos

Respuestas

Respuesta dada por: hikarikai1998
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Su nombre, en boca del pueblo, iba a ser propiedad de la leyenda.El conflicto interior  de M. Vargas, visto así, es, en el fondo, un episodio de la lucha entre el hombre y la naturaleza; entre lo  huma­no y lo salvaje. Aquel sentimiento de justicia, aquella bondad que lo hacía desprenderse de lo suyo para darlo a otros y aquel deseo de hacer algo grande, constituyen la cualidad propiamente humana de su espíritu. La energía sin control y el afán de aventura gastados en la afirmación de “hombre macho”, es lo salvaje, lo selvático, ambas tendencias en permanente lucha interior.En Guayana, el machismo es una deidad tiránica a la cual todos rinden culto: los Ardavín, que son los caudillos de la región; Cholo Parima, el temerario bandido; el "sute” Cúpira, cacique de toda la región del Cuyuní. Estos hombres son producto del  medio y actúan al margen de la ley, guiados por sus propios  designios y basados en la autoridad del revólver.Poseído por el deseo de su propia afirmación, Marcos Vargas también rinde culto al “machismo” y mide sus fuerzas con cada uno de estos hombres. Los vence a todos: mata a pantoka, Humilla a José Francisco Ardavín, se le impone al “sute” Cúpira.Mide también sus fuerzas con la selva, que es un vasto escenario donde luchan dos divinidades: Canaima, dios sombrío y destructor; y Cajuña, dios bueno. Canaima es el más poderoso y resulta vence­dor --aunque la lucha es interminable-. Sus armas son: la culebra “Cuiama”del veneno veloz, el veinticuatro, la arañamona, las fie­ras, el purguo y el oro. Estos dos últimos traen la explotación y el odio entre los hombres.Contra Marcos Vargas, el hombre que osa desafiarlo, Canaima envía la Tempestad, que se retira vencida por el hombre y por el árbol; envía a los hombres que son su he­chura, y de nuevo aquél resulta vencedor. La aventura del caucho tampoco lo destruye, ni la del oro. Entonces el dios lo ataca desde adentro. En los silencios misteriosos de la selva, cuando el espíritu se recoge en sí mismo y el hombre parece un árbol, Canaima invade el alma de Marcos Vargas, se apodera de él y dirige sus acciones. Comienza aquel loco navegar por los ríos vertiginosos, en constante desafío a la muerte; aquel ensimismamiento entre los árboles, hasta semejar él mismo uno más entre ellos. Es el Marcos Vargas de la leyenda, personaje de cuentos y aven­turas en boca del pueblo. El Marcos Vargas real, vencido por Canaima, se sepulta en una tribu; y en un último esfuerzo con­tra el dios, que es también la postrera afirmación del hombre en esta lucha entre lo humano y lo salvaje, envía a su hijo a Gabriel Ureña para que éste lo haga civilizado. Marcos Vargas abriga la esperanza de que este hijo cumpla la misión que él equivocó.De cierta manera, el conflicto entre las fuerzas del bien y del mal en el hombre es una continuación de la lucha entre las divinidades selváticas. Quien haya penetrado en ese mundo alucinante de la selva que comienza en el capítulo XII de Canaima y cuya misteriosa atrac­ción se viene ejerciendo sobre el lector desde las primeras pági­nas, conservará como recuerdo de la lectura, un conjunto de  imágenes y  situaciones en continuo movimiento, que se vuelcan violentas en el instante dramático. Y todo el escenario envuelto en una media luz y en un silencio medroso, propicios al hecho mágico, a la intervención de lo extraordinario. Esta impresión ha sido artísticamente realizada por Gallegos, mediante una imagen religiosa, de modo que todo ese caos de la selva, descrito con toda su intensidad dramática en Canaima, gira sobre el eje de una feliz imagen: la selva es como un templo los árboles son las columnas que sostienen la inmensa ·bóveda verde -del follaje in terminable."¡Árboles, árboles, árboles! una sola bóveda verde sobre miríadas de columnas afelpadas de musgos, tiñosas de líquenes, cubiertas de parásitas y trepadoras, trenzadas y estranguladas por bejucos tan gruesos como troncos de árboles".La selva es un templo bárbaro donde se libra la batalla entre Canaima -"sombría divinidad de los guaicas y maquiritares, el dios frenético, principio del mal y causa de todos los males"- yCajuña el bueno. Todas las restantes acciones, los animales venenosos, la fiebre, el oro, el purguo, la tempestad, la locura, son sólo ,episodios de esta lucha titánica en la cual Canaima lleva la mejor parte.La armonía persiste a lo largo de la descripción. En el mismo capítulo hallamos:"la selva virgen es como un templo de millones de columnas, limpio de matojos el suelo donde la fronda apretada no deja llegar los rayos solares, solemne sañuda en penumbra miste­riosa, con profundas perspectivas alucinantes".
Respuesta dada por: 052714082
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En una conferencia dada por Rómulo Gallegos en Nueva York, en 1931 (aún no había escrito Canaima), el novelista adelantó una visión americana genésica que aparece notoriamente en su novela de la selva en el sur de Venezuela, con el río Orinoco como vértebra de la trama. En esa conferencia dijo Gallegos que hay tierras americanas donde todavía trabaja Dios, y otras donde ya trabajan los hombres.

Al describir el ambiente rural americano: La selva brasilera, las tinieblas andinas o la llanura venezolana, dijo que quien lo experimente se estremecerá ante la idea de tropezarse con un hombre recién nacido y adulto, no engendrado por padres sino brotado de la tierra. “A mí, por lo menos, me ha sucedido varias veces. Y es porque en estas tierras nuestras, de impresionante silencio y trágica soledad, se siente que todavía no ha terminado el día sexto del Génesis, y que aún circula por ellas el soplo creador. Y por eso las llamo las tierras de Dios.”

En la novela Canaima, la selva del Orinoco es el gran personaje y el motivo que impulsa todas las acciones de sus personajes. La lucha despiadada contra la naturaleza, el terror del caciquismo y el ansia de riquezas, dominio y poder constituyen el tema principal de esta novela.

La aventura del protagonista Marcos Vargas tiene mucho de mito, y cabe en la fórmula de los ritos iniciáticos: Separación-iniciación-retorno.

La primera fase, la separación de su casa natal a la muerte de la madre, ocurre cuando a los 21 años decide buscar en otros lugares su identidad, y abandona el medio social y a la melancólica Maigualida y a sus amigos, todo lo que representaba el mundo de sus actividades sedentarias. A esto contribuye la invitación de un personaje peculiar: Juan Solito, a quien se atribuían facultades de brujo. De este modo entra Marcos Vargas en contacto con la dimensión del misterio de lo desconocido.

El otro encuentro será definitivo. El Conde Giaffaro, italiano establecido en la selva de Guayana, atrae la atención del joven Vargas, y quizás fueron sus palabras las que el protagonista esperaba para adentrarse en la arboleda y no regresar al mundo de la ciudad.

“No le sorprenda, joven, que yo le hable así, pues hay una porción del pensamiento que llamamos propio y que sólo nos pertenece como el aire que envuelve nuestro planeta (…) siendo el mismo aire que nuestro vecino acaba de expulsar de sus pulmones, con el calor de su intimidad vital (…) Y hay que cuidarse de ella haciéndose curas periódicas (…) Y para esto, joven, no hay como la selva”

La fase de iniciación la hallamos en el capítulo llamado: La tormenta.  Ya en la selva, Gallegos nos narra el episodio de ese nombre, en que se traza una elipsis perfecta: Principia con un “Lento” mientras se prepara la tempestad y Marcos Vargas penetra en la profundidad con el ánimo alterado. Sigue el “Crescendo” con el grito liberador de Vargas, y concluye con el “fortissimo” de la tempestad desatada sobre la arboleda. Marcos Vargas pertenece a este rito telúrico y se desnuda gritando: “¿Se es, o no se es?” La transfiguración.


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