En el siglo XX tuvieron lugar algunos de los acontecimientos más importantes y terribles que ha conocido la humanidad. Época rica en revoluciones y conflictos, también trajo consigo una nueva forma de imaginar el mal. Influidos por escritores como Arthur Machen, Lord Dusany, Edgar Alan Poe, y las pulp magazines de la Edad de Oro de la ciencia ficción, un grupo de escritores comandados por Howard Phillips Lovecraft describió en Los mitos de Cthulhu no un mundo amenazado por lo sobrenatural sino un universo irracional, inhumano, y por lo tanto maligno. Los viajes en el tiempo, la posibilidad de vida alienígena, las dimensiones alternativas y los mundos paralelos, permitieron inaugurar el terror cósmico, o materialista, como le llamó el mismo Lovecraft. Cambiaba el nombre, pero el concepto no. Las nuevas tecnologías y el pensamiento moderno sólo permitieron demostrar que el continente de lo desconocido era aún más grande de lo que se creía.
Resulta significativo pensar que el cuento contemporáneo, cuya estructura domina hasta nuestros días, haya nacido con la obra de Edgar Allan Poe y Horacio de Quiroga, escritores considerados "de terror". También es significativo que la mitología inaugurada por Lovecraft se una de las más atractivas e influyentes no sólo de la literatura sino de la cultura popular.
Si bien es posible distinguir con claridad una estirpe de autores que han cultivado exclusiva y constantemente la narrativa de terror, sobre todo en los países de habla inglesa, también es posible encontrar sus huellas en otras geografías. En México, un país donde históricamente los escritores se han caracterizado por su tendencia al costumbrismo, hay también una constante macabra que se refleja no sólo en la narrativa sino en la poesía e incluso en la pintura. Tenemos a nuestros escritores "excéntricos", esa lista que incluye entre otros a Juan José Arreola, Amparo Dávila, Francisco Tairo, y Guadalupe Dueñas, todos ellos escribieron al menos un relato de terror. Pero también Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Elena Garro, Juan Rulfo, Sergio Pitol, Salvador Elizondo e incluso Octavio Paz, escribieron obras que podrían enmarcarse dentro de la literatura de terror. Tal vez no tenemos un autor al que se identifique notablemente con el género, pero es difícil pensar en uno que no haya escrito un texto en el que la inminencia del mal -sobrenatural o cósmico-, de la sinrazón y la locura, no fuesen protagonistas.
Todos los escritores que participan en esta colección crecieron con un televisor en casa y al menos una vez vieron alguna adaptación de don Juan Tenorio, pero también algún capítulo de Dimensión desconocida. Todos ellos conocen las películas de monstruos e insectos gigantes que pasaban en televisión las matinés de los domingos; también conocen las películas de Jhon Carpenter, Wes Carven, Tobe Hopper y Carlos Enrique Taboada. Se trata de escritores que saben lo que es un Halloween, y quizá hasta hayan asistido en alguna ocasión a una fiesta de disfraces, pero sin duda también han notado una ofrenda de día de muertos y han comido calaveritas de azúcar, son autores que de una forma u otra han dedicado parte de su carrera a explotar el miedo, el terror.
La presente selección es también prueba de que muchas de las propuestas más imaginativas e innovadoras de la literatura nacional contemporánea suele alojarse allí, bajo la estorbosa etiqueta de "subgénero" que ronda a quien se atreve a escribir historias de ciencia ficción o de terror.
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es una riseña
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corana plis
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