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Respuesta:
Había una vez un teniente Salaverry que tenía un compañero, el capitán Paiva que seguía los mandatos tal y como lo decían, es decir, no entendía metáforas, lo cual era un problema para él.
El teniente Salaverry encarga una misión a Paiva que consistía en apresar a un hombre pero si no lo encontrase debería ir y allanar su casa. Paiva llegó y dijo que el mandato estaba listo, entonces fue cuando explico que había derrumbado todas las paredes que allí había y que el terreno de la casa estaba tan llano como la palma de su mano. Salaverry escondió la risa que le retozaba.
Salaverry tenía por asistente a un soldado que tenía por apodo “cuculí”, este abusaba de la confianza de Salaverry, ya que, se habían conocido desde niños. Llego un momento en el que Salaverry advirtió a Cuculí que si seguía cometiendo tantas torpezas él iba mandarlo a matar (broma). Así que mandó a Paiva a fusilarlo entre dos luces y Paiva cumplió el mandato, lo cual puso muy triste a Salaverry ya que él se refería a interrogarlo; mas no a matarlo.
Explicación:
Es de la tradición AL PIE DE LA LETRA