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La preparación del arroz ha sido tradicionalmente un proceso de cocción que exigía atención para asegurar que el arroz se hacía adecuadamente. Las ollas arroceras simplifican el proceso controlando automáticamente el calor y el tiempo de cocción, y liberando al mismo tiempo un fuego en la cocina. Aunque la olla arrocera no acelera necesariamente el proceso de cocción, la implicación del cocinero se reduce a simplemente corregir la cantidad de agua. Una vez que la olla se enciende, el arroz se cocina sin más atención.
Típicamente, una olla arrocera consta de un exterior aislante que contiene un elemento calefactor, en el que encaja un cuenco desmontable interior, que a veces es antiadherente o está recubierto de teflón y a menudo tiene marcas graduadas en tazas de arroz (blanco). Mientras los modelos más económicos o antiguos usan una electrónica, mecánica y sensores térmicos simples, las ollas arroceras de gama alta incluyen microprocesadores para controlar el proceso de cocción y con frecuencia incorporan un temporizador que puede usarse para fijar la hora de fin deseada. Algunos de los modelos más avanzados usan inducción.
Muchas ollas arroceras pueden mantener templado el arroz sin problemas durante hasta 24 horas. Esto ayuda a evitar el peligro de intoxicación alimentaria debida al Bacillus cereus. Las ollas arroceras nuevas incluyen normalmente una tacita medidora, y una paleta de plástico para servir el arroz cocido. La tacita medidora suele ser de 180 ml, que corresponde a la medida tradicional japonesa de un gou.[cita requerida]
Los restaurantes que sirven mucho arroz, especialmente los especializados en cocina asiática, usan a menudo ollas arroceras de tamaño industrial para producir rápida y económicamente grandes cantidades de arroz cocido. La olla arrocera es un electrodoméstico estándar en las cocinas de muchos países asiáticos: una encuesta reciente reveló que casi el 90% de las cocinas japonesas cuenta con una.1