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Hola El Congreso de Tucumán, reunido con el objetivo de declarar la independencia, inició sus sesiones el 24 de marzo de 1816. En él participaron representantes de las provincias que admitían la autoridad del Directorio; es decir, no estaban representadas las de la Liga Federal ni las ocupadas por los realistas.
El Congreso Nacional tomó como primera medida la elección de un Director Supremo capaz de mantener el orden y restaurar la autoridad central. Era importante que este hombre fuera apoyado tanto por el interior como por la capital, para evitar conflictos y divisiones. Finalmente fue elegido Juan Martín de Pueyrredón, hombre aceptado tanto por las provincias como por Buenos Aires.
La consolidación de la unión Nacional fue otro de los objetivos del Congreso, por lo que se dispuso la intervención del ejército en las provincias en que se manifestaban movimientos localistas.
Finalmente, la Declaración de independencia de la Argentina se concretó públicamente en la sesión del 9 de julio de 1816. El secretario Juan José Paso leyó la proposición y pregunto a los diputados si querían: “Que las provincias de la Unión sean una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli” Los diputados la aprobaron por aclamación y luego individualmente.
Se fijó la fórmula de juramento y se ordenó que en todos los lugares de las Provincias Unidas se procediese a proclamar y jurar la Independencia. Debían hacerlo las autoridades, el ejército, las corporaciones y el pueblo.
La Independencia significó la voluntad de la Nación de asumir su soberanía y conducir sus destinos y fue un paso fundamental para organizar el Estado Nacional.
El día 19 de julio el diputado Pedro Medrano propuso agregar al texto del acta, a continuación de la propuesta de emancipación, “de los reyes de España, sus sucesores y metrópoli”, la expresión “y de toda otra dominación extranjera”. Su propósito era desvirtuar los rumores de un acuerdo con los portugueses para establecer un protectorado lusitano. La propuesta fue aprobada por unanimidad.
El 25 de julio el Congreso decidió la oficialización de la bandera celeste y blanca, en el rango de bandera menor. La bandera mayor, llamada de ceremonias en la actualidad, fue aprobada el 25 de febrero de 1818, incorporándose el sol en el centro de la franja blanca.
[editar] El Problema de la Organización del Estado
Si bien siempre habían existido, al declararse la independencia y hacerse patente el hecho de que era necesario organizar el país, se plantearon dos posturas con respecto a la organización de la América Española: la Americanista y la Localista.
La posición Americanista proponía la unión entre los pueblos de la América Hispana; sus objetivos eran unir fuerzas para terminar con las guerras de independencia y organizar un sistema político estable que garantizase la unión.
La posición localista defendía a la unión de los hombres con una ciudad o región; y temían que una unión que abarcase tantos países y tanto terreno demorase la recuperación y organización regional. Los localistas temían perder poder o fuerza con esta integración. Rivadavia era uno de los principales representantes de esta posición.
También surgió el problema de la forma de gobierno; entre las distintas opciones había un sector que defendía la monarquía constitucional por considerarla un sistema estable que garantizaba el orden y los derechos de los hombres.
Belgrano propuso establecer una monarquía constitucional que recayese en un descendiente de los Incas; si bien el proyecto fue bien recibido por representantes del Alto Perú y ciudades norteñas y contaba con el apoyo de San Martín y de Güemes, los hombres de Bs.As se manifestaron en contra, ante la posibilidad de perder su posición hegemónica. Los representantes de Bs.As. propusieron ofrecer la corona a un príncipe europeo. Sin embargo, Tomás de Anchorena, diputado por Bs.As. defendió el sistema federal.
A comienzos de 1817, el Congreso se trasladó a Buenos Aires y postergó el tratamiento de la forma de gobierno, pero los planes monárquicos continuaron en el seno del mismo.
El Congreso Nacional tomó como primera medida la elección de un Director Supremo capaz de mantener el orden y restaurar la autoridad central. Era importante que este hombre fuera apoyado tanto por el interior como por la capital, para evitar conflictos y divisiones. Finalmente fue elegido Juan Martín de Pueyrredón, hombre aceptado tanto por las provincias como por Buenos Aires.
La consolidación de la unión Nacional fue otro de los objetivos del Congreso, por lo que se dispuso la intervención del ejército en las provincias en que se manifestaban movimientos localistas.
Finalmente, la Declaración de independencia de la Argentina se concretó públicamente en la sesión del 9 de julio de 1816. El secretario Juan José Paso leyó la proposición y pregunto a los diputados si querían: “Que las provincias de la Unión sean una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli” Los diputados la aprobaron por aclamación y luego individualmente.
Se fijó la fórmula de juramento y se ordenó que en todos los lugares de las Provincias Unidas se procediese a proclamar y jurar la Independencia. Debían hacerlo las autoridades, el ejército, las corporaciones y el pueblo.
La Independencia significó la voluntad de la Nación de asumir su soberanía y conducir sus destinos y fue un paso fundamental para organizar el Estado Nacional.
El día 19 de julio el diputado Pedro Medrano propuso agregar al texto del acta, a continuación de la propuesta de emancipación, “de los reyes de España, sus sucesores y metrópoli”, la expresión “y de toda otra dominación extranjera”. Su propósito era desvirtuar los rumores de un acuerdo con los portugueses para establecer un protectorado lusitano. La propuesta fue aprobada por unanimidad.
El 25 de julio el Congreso decidió la oficialización de la bandera celeste y blanca, en el rango de bandera menor. La bandera mayor, llamada de ceremonias en la actualidad, fue aprobada el 25 de febrero de 1818, incorporándose el sol en el centro de la franja blanca.
[editar] El Problema de la Organización del Estado
Si bien siempre habían existido, al declararse la independencia y hacerse patente el hecho de que era necesario organizar el país, se plantearon dos posturas con respecto a la organización de la América Española: la Americanista y la Localista.
La posición Americanista proponía la unión entre los pueblos de la América Hispana; sus objetivos eran unir fuerzas para terminar con las guerras de independencia y organizar un sistema político estable que garantizase la unión.
La posición localista defendía a la unión de los hombres con una ciudad o región; y temían que una unión que abarcase tantos países y tanto terreno demorase la recuperación y organización regional. Los localistas temían perder poder o fuerza con esta integración. Rivadavia era uno de los principales representantes de esta posición.
También surgió el problema de la forma de gobierno; entre las distintas opciones había un sector que defendía la monarquía constitucional por considerarla un sistema estable que garantizaba el orden y los derechos de los hombres.
Belgrano propuso establecer una monarquía constitucional que recayese en un descendiente de los Incas; si bien el proyecto fue bien recibido por representantes del Alto Perú y ciudades norteñas y contaba con el apoyo de San Martín y de Güemes, los hombres de Bs.As se manifestaron en contra, ante la posibilidad de perder su posición hegemónica. Los representantes de Bs.As. propusieron ofrecer la corona a un príncipe europeo. Sin embargo, Tomás de Anchorena, diputado por Bs.As. defendió el sistema federal.
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