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Algunos autores como Becker o Fernández Rivas(33), estiman que el conflicto de identidad sexual, entendido como contradicción entre el propio sexo biológico y la identidad de género (tipo transexualismo o travestismo), presenta una prevalencia baja en la infancia y adolescencia, aunque está poco estudiada. En el adulto, parece corroborarse una mayor prevalencia de la transexualidad en varones, del orden de 2:1 a 8:1, calculándose prevalencias de 1-3 casos cada 10.000 hombres, frente a 1-3/100.000 mujeres. Zucker (1) recoge información desde 1978 a 1995, señalando que los trastornos de la identidad de género se dan en mayor proporción en niños que en niñas, en una relación de 6.6:1. Una hipótesis para explicar esta diferente prevalencia, es que a las niñas se les acepta más fácilmente el mostrar comportamientos de ambos géneros.
Además, en el período infanto-juvenil, más allá del rechazo del sexo biológico, tipo transexual, se nos plantea si el conflicto entre la identidad sexual (sexo biológico) y de género (modo de ser ligado al sexo), es permanente o pasajero, egosintónico o egodistónico, lo que nos conduce al tema de la formación de la identidad ligada al sexo, destacando de entre todas las posibles orientaciones, la homosexual.
Durante la infancia y la adolescencia se va a desarrollar una de las líneas troncales de evolución de la persona, esto es, el eje psicosexual, con todas sus posibles variaciones, según que la fuente pulsional sea genital o pregenital (oral, anal, voyeur, frotteur, etc); según que el objeto sexual sea no humano (zoofilia..) o humano, bien homo o heterosexual (o que una propiedad particular del objeto, como la edad, sea clave en la elección: paidofilia, gerontofilia, etc.), o que el fin pulsional esté más o menos ligado a la agresividad (violación, sadismo, masoquismo..); es decir, que la sexualidad humana puede tomar muchas y complejas expresiones.
Por tanto, como en la infancia es cuando se está empezando a jugar este desarrollo complejo de la sexualidad, nuestro interés es el de analizar la psicodinamia de la orientación homosexual, la más frecuente después de la heterosexual. En nuestros pacientes, estas identificaciones homosexuales, se muestran casi siempre egosintónicas, aunque participen de conflictos relacionales, estas identificaciones pueden estar fijadas o formar parte de una defensa frente a otros conflictos, a veces internos y con más frecuencia relacionales.
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