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El impacto del 10 de Agosto de 1809 en América no fue la revuelta contra el colonialismo, como antes ocurrió en otros territorios de la actual Bolivia, sino la instalación de la primera junta soberana.
En Chuquisaca y La Paz ya se habían generado los
primeros levantamientos criollos y populares contra las autoridades de España.
“Allí se proclamó fidelidad al rey Fernando VII e
incluso se habló de libertad. Pero esos movimientos nunca crearon un gobierno
propio ni una junta soberana, que durase y concluya en una verdadera
Constitución, como se lo hizo en Quito, en febrero de 1812”, resalta Juan Paz y
Miño, secretario del Comité Bicentenario. “Esa es la fortaleza del Primer Grito
de Independencia”.
Hernán Rodríguez Castelo, en su ensayo ‘La
gloriosa y trágica historia de la Independencia de Quito’, sostiene que la
primera conjura de la revolución en la capital nació en la Navidad de 1808, en
la hacienda del marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar. Sin embargo, la revuelta
de insurgentes criollos se concretó el 10 de Agosto de 1809.
La Junta desconoció la autoridad del conde Ruiz de
Castilla y nombró la Junta, con Montúfar como presidente. Pero en septiembre de
ese año, cuando Ruiz de Castilla volvió al poder.
España intentó abolir los aires libertarios. En
diciembre de 1809 ejecutó el arresto de 74 próceres de la élite quiteña.
Ocho meses más tarde (el 2 de Agosto de 1810), los
próceres fueron asesinados en la matanza que tuvo como escenarios al Cuartel de
la Real Audiencia de Quito, la Plaza Mayor y las calles de Quito, donde
murieron más de 300 quiteños. Esa masacre encendió una reacción en el
continente.
Los sucesos los conoció el sacerdote Camilo
Enríquez. Él fue quien acuñó en Chile la frase “Quito, Luz de América”.
Así, ese aire de libertad se respiró en otras
regiones de Hispanoamérica. Paz y Miño sostiene que la llama de Quito prendió a
las juntas soberanas en Caracas, donde hubo funerales por los patriotas caídos
en Quito; Bogotá; Buenos Aires y Chile. “Fueron una réplica de la de Quito,
pero en distintas fechas de 1810. Estallaron juntas”.
Parecerían sucesos aislados, pero los
historiadores coinciden en que desde 1809, con el 10 de Agosto y sus secuelas,
se inició el proceso de Independencia de la América Hispana, el cual terminaría
con las batallas de Junín y de Ayacucho, en 1824.
Aquí existió un triunfo político, destaca Paz y Miño. “La
gesta no tuvo el respaldo de Guayaquil ni de Cuenca. La razón es que en Quito
estaba la única universidad. Allí se forjaron intelectuales con conceptos de
soberanía popular y libertad. Gracias a Quito, las luchas contra el
colonialismo luego siguieron en Asia y África”.