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El nombre de “Caleuche”, es muy discutido en su origen; voy a inclinarme por la derivación caleutun=cambiar de condición y che=gente, posiblemente elegido, para referirse a los cambios de muertos a vivos, de afligidos a dichosos o a las muchas transformaciones que puede experimentar el barco, etc.
El Caleuche es el buque fantasma que recorre los mares y aparece, con relativa frecuencia, en los canales chilotes. Navega tanto en la superficie, como en las profundidades; pero jamás lo hace a plena luz del día.
En las noches tranquilas, suele aparecer entre la niebla, mostrando las características de un gran buque velero. Profusa iluminación multicolor de brillo extraordinario, realza su presencia. A la distancia, es posible apreciar en su cubierta, bullanguera agitación y desde su interior vienen armoniosos acordes de flautas, cuernos, pitos y tambores y de muchos instrumentos desconocidos. Con la misma velocidad que hizo su aparición, desaparece borrado por la espesa niebla, que fluye abundante desde sus costados y que al desvanecerse, casi instantáneamente, no deja huella alguna de la impresionante visión.
Cuando es perseguido por curiosos, malintencionados, suele transformarse en una escurridiza foca o en un gran tronco de árbol, especialmente de ciprés, que navega entre dos aguas o que se recuesta en las tibias arenas de la playa.
La tripulación del Caleuche, está integrada por dos clases de navegantes: unos son los brujos, que llegan desde tierra montados sobre el lomo de un “Caballo Marino”. Los otros, son los náufragos, cuyos cadáveres trajo abordo la Pincoya y que al instante mismo de poner pie en cubierta, retornan a la vida; pero ahora, a una vida nueva de felicidad eterna. Estos dichosos marineros, a pesar de pertenecer al más allá, obtienen permiso de sus jefes una vez al año, para hacer breves visitas a sus familiares, que lloran su muerte; llevándoles consuelo y aún ayuda económica. Aunque, en algunas ocasiones, sus visitas se ven frustradas y no vuelven a repetirlas jamás; esto suele ocurrir a los difuntos maridos, que regresan a calmar las angustias de las inconsolables viudas que dejaron tan solas; pero que se encuentran muy dichosas, en los brazos de otros hombres.
Cada cierto tiempo, la tripulación del Caleuche, sale a tierra a divertirse, en casa de gente amiga o de algún individuo, a quien se le ha impuesto la obligación de festejarlos, con sus propios recursos, como castigo, por haber cometido un acto calificado por ellos delictuoso. Es lo que le ocurrió a un tal José Huala, habitante de la localidad de Coñab, quien en una oportunidad, usó explosivos para pescar en el mar; por este hecho, debió festejar hasta el fin de sus días a los navegantes del Caleuche. Estos enormes gastos extraordinarios, ocasionaron al infortunado Huala, gran pobreza.
Una vez terminada la fiesta terrestre, siempre abundante en libaciones y comidas y antes del amanecer, regresan los alegres caluchanos, a su barco invisible y elevan anclas, produciendo sonoro ruido de cadenas, que siempre es oído por varios vecinos, quienes saben que provienen del “Buque de Arte”, que acostumbra a fondear, frente a la casa de Fulano y a esta amistad o enemistad, se debe la prosperidad o la miseria económica del vecino en cuestión.