investiga cuál es el padecimiento más común en México y cómo impacto social y económico a las familias y ala sociedad mexicana
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I. La situación internacional
La economía mundial vive la mayor contracción de la actividad económica -producción, empleo, consumo y comercio- en siete u ocho décadas. Las generaciones adultas y jóvenes que ahora integran la población económicamente activa, así como quienes toman las decisiones en materia política y económica en las diversas naciones, no habían tenido en su existencia un desafío colectivo de la magnitud que el que se deriva de la crisis en curso. El bienestar de la población experimenta una ola simultánea de vulnerabilidad y escasas expectativas que cruza a las naciones desarrolladas y rompe el ciclo de reducción de la pobreza en ciertas regiones que venían creciendo con dinamismo, al tiempo que subraya el estancamiento y limita las posibilidades de crear satisfactores básicos para la mayoría de la población en los países de menor desarrollo. Mediado 2009, se han advertido indicios aislados de reactivación que apuntan, en el mejor de los casos, hacia una recuperación económica lenta, prolongada y desigual. La situación del desempleo no ha cesado, en general, de agravarse.
Asimismo, para 2009, la Organización Mundial de Comercio (OMC) estima una disminución del quantum de los intercambios de mercancías en el mundo de 10%, la mayor merma desde la Segunda Guerra mundial. Lo anterior se conjuga con una reducción de los flujos de capital hacia las economías emergentes, lo que afecta aún más las decisiones de inversión y las posibilidades de crecimiento.
El origen financiero de la crisis aporta inquietantes elementos de análisis, pues la evidencia histórica internacional indica que las recesiones más profundas en la economía real han sido las que han estado antecedidas por una crisis financiera, como ocurre en la actualidad.
Ahora bien, también se reconoce a nivel internacional que la crisis, siendo financiera, tiene una expresión tangible sobre la economía real y que está cuestionando la viabilidad no sólo de empresas que han sido seña de identidad de la expansión económica mundial desde la segunda mitad del siglo XX, sino de industrias articuladoras de la actividad económica y de las pautas de consumo y de conducta de buena parte de la población mundial. Es el caso de la industria de automotores, que enfrenta una crisis aún mayor que la experimentada en la década de los años setenta con el incremento de los precios del petróleo que encareció sus costos; ahora, el problema es más agudo, y tiene que ver con la caída de la demanda.
La reconfiguración del poder económico internacional
En la realidad económica global predomina el poderío estadounidense aunque ya no se trata de una hegemonía tan clara como la que se desplegó tras el colapso de la Unión Soviética hace un par de décadas. La geografía económica y política del mundo se encuentra en un momento clave de reconfiguración que afectará a México y ante el cual nuestro país debe de tener sus propias definiciones, concordantes con su interés nacional. La crisis en curso ofrece la posibilidad de plantear nuevas formas de cooperación internacional, que necesariamente deberán considerar ámbitos en los que los intereses comunes y la visión de beneficios compartidos superen claramente las orientaciones nacionales divergentes y la apreciación de los costos implicados. Entre estos ámbitos destacan:
1. Nueva fase del redespliegue industrial a escala mundial. El predominio del sector financiero llevó a abandonar los esfuerzos internacionales de cooperación para el desarrollo industrial. La crisis ha revelado la necesidad de rescatar y replantear los enfoques de cooperación multilateral acerca de cuestiones tales como la transformación productiva con equidad, planteada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y la transferencia y enraizamiento de actividades industriales de avanzada en el mundo en desarrollo, propuestas por la ONUDI, entre otras. En un redespliegue industrial efectivo puede encontrarse respuesta a cuestiones que tienden a verse como indefectiblemente conflictivas, desde la competencia por el uso de recursos naturales hasta los problemas asociados a los movimientos migratorios.
2. Financiamiento internacional para la infraestructura. Las inversiones en los diversos segmentos de la infraestructura tienen un enorme efecto dinamizador del crecimiento y del empleo. Si se incluye la infraestructura social (salud y educación) además de la productiva (transporte, comunicaciones, tecnologías de la comunicación y la información, transición energética) este tipo de inversiones absorbe la mayor parte de los recursos del programa estadounidense de reactivación. Los nuevos recursos internacionales que se destinen a financiamiento del desarrollo de las economías emergentes podrían orientarse a grandes programas de ampliación y modernización de infraestructuras concebidos con visión regional y global.
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