Respuestas
Respuesta:
Las crisis económicas tienen efectos ne-
fastos para muchas personas, por lo que
nunca son deseables. Sin embargo, pue-
den constituir oportunidades para refle-
xionar sobre nuestros modelos, valores y
maneras de actuar, tanto para las perso-
nas como para las organizaciones y los
estados. En este sentido, la actual crisis
global provoca muchas incertidumbres
pero también puede llevar a cambios ne-
cesarios si los estados, sus líderes y ciu-
dadanos aprovechen la oportunidad.
Un ámbito donde parece que se requiere
de unos cambios profundos es el de la
ayuda al desarrollo. Se trata de un sub-
sistema de las relaciones internacionales
que arrancó hace unas seis décadas en
un contexto mundial totalmente distinto
al de hoy. En ese momento, el planeta se
encontraba en medio de la Guerra Fría y
se iba ampliando el grupo de países del
llamado «Tercer Mundo» a través de los
procesos de descolonización. Entonces,
la ayuda tenía su razón de ser tanto como
instrumento de la batalla ideológica del
momento como para apoyar a muchos
nuevos estados en su inserción en la eco-
nomía internacional. De alguna manera
los países ricos se sentían responsables
por el bienestar de los países en desarro-
llo. Con el tiempo, se iba añadiendo obje-
tivos a la ayuda, incluyendo, por supues-
to, la lucha contra la pobreza.
Sin embargo, el reloj de la historia no se
detiene y desde fines de los ochenta se
producen unos cambios en el sistema in-
ternacional que gradual pero segura-
mente han socavado los cimientos bási-
cos del modelo de ayuda vigente hasta
ese momento. Por un lado, debido a la
caída del Muro de Berlín y con ello el blo-
que soviético, Occidente ya no podía uti-
lizar argumentos ideológicos para justifi-
car algunos de sus errores y abusos en
su tratamiento del Sur (p. e., unas reglas
comerciales claramente injustas). Por
otro lado, la globalización intensificaba
los intercambios y creaba espacios de
interactuación y de influencia para mu-
chos nuevos actores. Asimismo, la cre-
ciente importancia de los bienes públicos
globales sobre los cuales todos podían
incidir, abría cauces para que esos acto-
res tuvieran una relevancia cada vez ma-
yor en diversos foros internacionales.
Gracias a esta confluencia de factores,
unida a la crisis que ha afectado a los paí-
ses de distinta manera, los países del Sur
ya no son observadores y objetos de pro-
cesos determinados desde el Norte, sino
influyen crecientemente en esos proce-
sos, tal y como pudimos ver en la Cum-
bre de Copenhague sobre Cambio Climá-
tico a finales de 2009.
No obstante, no se han eliminado todas
las asimetrías económicas y de poder que
han existido y siguen existiendo. De hecho,
como señala Ocampo et al. (2010), hay un
riesgo alto de que surjan nuevas divergen-
cias entre países en desarrollo si los nue-
vos polos de desarrollo no logren difundir
su dinamismo hacia otras partes del Sur.