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Respuesta:
Decía Bernestein que “la música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido”. Quizás por esto, la mayor parte de las canciones que escuchamos a cualquier hora del día, ya sea en la radio, en la televisión o en nuestro tocadiscos, son canciones de amor, el más desconocido y difícil de definir y acotar de todos los sentimientos. Pero, ¿qué clase de amor es el que nos venden las canciones que escuchamos? En una época revolucionaria para el acto de amar, en el que por fin condiciones sexo-afectivas antes reprimidas o desconocidas se han visto representadas y expresadas, ¿qué clase de amor es el que “nos cantan” en la música pop? “Ama un solo día y el mundo habrá cambiado”, decía a su vez Robert Browning. Pero, ¿siguen las canciones de amor perpetuando el amor romántico “de toda la vida” o nos están ayudando a cambiar las cosas?
“El amor sigue siendo el gran tema del pop. Porque el pop sirve, dice Simon Frith, para dar sentido expresivo a nuestras emociones más banales. Sospecho que otras sexualidades no heteronormativas van generando sus propios temas, pero probablemente reproducen un esquema de amor romántico. Como excepción, pienso en las letras de apología lésbica de las Riot Girls, como Rebel girls de Bikini Kill”, responde Héctor Fouce, profesor de Musicología en la Universidad Complutense de Madrid y gran experto en la música popular contemporánea, con títulos como El futuro ya está aquí: Música pop y cambio cultural. Según Fouce, “somos producto de lo que vemos, oímos y vemos. Eso crea nuestro imaginario. Y es inconsciente. El sentido de la normalidad nos viene desde esas pequeñas unidades de sentido, como las canciones, más incluso que lo que nos enseñan en la escuela de forma consciente. Una canción puede no cambiar el mundo, pero 50 años de canciones repitiendo tópicos y modelos crean el sentido común en el que vivimos”.
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