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Filosofía especulativa es la que aborda la investigación de la realidad aceptando principios generales apriorísticos. El filósofo especulativo “se imagina poder sacar también de la cabeza, sin mediador de ningún género, las formas fundamentales de todo lo que existe, los elementos simples de toda ciencia, los axiomas de la filosofía, derivando luego de ellos toda la filosofía o esquemática del mundo y otorgando en seguida su Constitución, por decreto graciosísimo de su Soberana Majestad, a la Naturaleza y al mundo de los hombres” (Engels). La palabra “especulación” es una palabra latina y significa examen teórico, conocimiento teórico puro. Para la filosofía especulativa, la fuente fundamental del conocimiento es la teoría, “la fuerza inmediata, pura, de la inteligencia”, sin la ayuda de los sentidos. La filosofía especulativa está representada por Descartes, Malebranche, Leibnitz.
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La filosofía especulativa pretendió dar un conocimiento de los principios más generales que gobiernan el universo, como lo pensaba Sir Francis Bacon . Es así como fue encauzada a la construcción de sistemas filosóficos con capítulos que hoy debemos considerar como simples intentos a una física comprensiva, en la cual la función de la explicación científica se alcanzaba por simples analogías con las experiencias de la vida cotidiana. Se pretendió dar una explicación del método de conocimiento, mediante un uso similar de analogías; las preguntas de la teoría del conocimiento se contestaban en términos de un lenguaje iconográfico, en lugar de un análisis lógico.
La especulación es el producto del desconocimiento de algo o de un todo. La filosofía no escapa de especular pues nada de lo que dice tiene más fundamento que los pensamientos de sus creadores. La especulación puede ser por tanto un posible acierto de lo desconocido o totalmente un aventurarse en vano.
Marx habla en el Manifiesto Comunista del famoso "fantasma que recorre el mundo" la idea de un mundo plagado de espectros que nos amenazan, a través de la imaginación y de la moral. La "teología especulativa" es un mundo fantasmagórico, toda especulación se presenta a sí misma como reivindicación de lo luminoso, de la racionalidad y de la ciencia que habita en lo concreto como teológico y lo metafísico residen en lo espectral.
El pensar siempre exige lo concreto. Sólo existe lo finito y de ahí que una filosofía que no pueda pensar el deseo como lo que es (mixtificación) siempre nos dejará la idea de una frustración del hombre realmente existente sometido al hombre abstracto (sea en forma de servidor del Estado o de creyente en la Divinidad).
Se establece aquí la contradicción entre "lógica" puramente ideal (es decir, desarrollo de la Idea) y "empiría", es decir, realidad de lo concreto. El error es ser una lógica puramente racional, "progresiva" e ilustrada, cuando lo empírico muestra cada día que la realidad es capaz de derrotar cualquier idealidad. La crítica de la religión y de la filosofía como formas de enmascarar la finitud y, por consiguiente, de ofrecer una falsa puerta de escape al deseo humano. Lo que la especulación retendrá en este contexto es la idea de "negación de la determinación" pero en el contexto de lo histórico, sin el escapismo de lo infinito.
En la teología se oculta de una manera muy poco hábil la antropología. Pero eso no quiere decir, contra la interpretación positivista, que la religión sea la falsedad y la ciencia posea la llave de la verdad. Hay algo "oscuro e instintivo" en la creación del espectro divino. La honestidad de la filosofía no se halla sólo en la profesión de ateísmo, que sería una parte del problema de lo humano / mistificado, sino también y paralelamente en el reconocimiento de lo que llevaremos siempre adherido a nuestros pensamientos.
La especulación es una forma de pensar propia de las masas de ahí que la idea de "incorporarlas" a la filosofía no deja de ser un paternalismo. La idea de poner lo concreto por encima de la abstracto no es sólo una intuición antimetafísica. El alcance antiespeculativo tiene sus propias consecuencias (el sensualismo como principio del conocer).
Aparece, con ropajes nuevos, un tema clásico de la teología cristiana (y más concretamente de San Pablo): la idea del "hombre nuevo" que tanto juego dio en el pensamiento tercermundista. De hecho, en los humanos no hay evolución (biológica) sino adaptación cultural, en consecuencia el hombre "nuevo" es una entelequia (la que buscó Nietzsche en el Superhombre y Guevara en la guerrilla). Con la imagen del "hombre nuevo" aparece al trasluz lo mucho de cristiano que conserva una filosofía atea anticristiana. En definitiva, en esta tesis lo que aparece es una especie de propuesta de "cielo" filosófico en forma de "autoconciencia".
La reforma de la filosofía culmina en esta tesis: el hombre concreto debe ser pensado (Hegel sólo pudo pensar el hombre abstracto, "abstracto" en tanto sometido a una razón suprema y exterior a él: sea el Estado o Dios). La idea de un hombre "fuera de sí" que ha de ser resocializado e integrado en un marco de pensamiento inmanente será una de las ideas clave de la especulación. Por todo esto, podemos concluir que el devenir humano puede ser solamente un juego especulativo en el que la única verdad es el ser y lo que cada quien elija creer. No hay lugar para generalizar, de lo contrario hasta en eso estariamos especulando.
La especulación es el producto del desconocimiento de algo o de un todo. La filosofía no escapa de especular pues nada de lo que dice tiene más fundamento que los pensamientos de sus creadores. La especulación puede ser por tanto un posible acierto de lo desconocido o totalmente un aventurarse en vano.
Marx habla en el Manifiesto Comunista del famoso "fantasma que recorre el mundo" la idea de un mundo plagado de espectros que nos amenazan, a través de la imaginación y de la moral. La "teología especulativa" es un mundo fantasmagórico, toda especulación se presenta a sí misma como reivindicación de lo luminoso, de la racionalidad y de la ciencia que habita en lo concreto como teológico y lo metafísico residen en lo espectral.
El pensar siempre exige lo concreto. Sólo existe lo finito y de ahí que una filosofía que no pueda pensar el deseo como lo que es (mixtificación) siempre nos dejará la idea de una frustración del hombre realmente existente sometido al hombre abstracto (sea en forma de servidor del Estado o de creyente en la Divinidad).
Se establece aquí la contradicción entre "lógica" puramente ideal (es decir, desarrollo de la Idea) y "empiría", es decir, realidad de lo concreto. El error es ser una lógica puramente racional, "progresiva" e ilustrada, cuando lo empírico muestra cada día que la realidad es capaz de derrotar cualquier idealidad. La crítica de la religión y de la filosofía como formas de enmascarar la finitud y, por consiguiente, de ofrecer una falsa puerta de escape al deseo humano. Lo que la especulación retendrá en este contexto es la idea de "negación de la determinación" pero en el contexto de lo histórico, sin el escapismo de lo infinito.
En la teología se oculta de una manera muy poco hábil la antropología. Pero eso no quiere decir, contra la interpretación positivista, que la religión sea la falsedad y la ciencia posea la llave de la verdad. Hay algo "oscuro e instintivo" en la creación del espectro divino. La honestidad de la filosofía no se halla sólo en la profesión de ateísmo, que sería una parte del problema de lo humano / mistificado, sino también y paralelamente en el reconocimiento de lo que llevaremos siempre adherido a nuestros pensamientos.
La especulación es una forma de pensar propia de las masas de ahí que la idea de "incorporarlas" a la filosofía no deja de ser un paternalismo. La idea de poner lo concreto por encima de la abstracto no es sólo una intuición antimetafísica. El alcance antiespeculativo tiene sus propias consecuencias (el sensualismo como principio del conocer).
Aparece, con ropajes nuevos, un tema clásico de la teología cristiana (y más concretamente de San Pablo): la idea del "hombre nuevo" que tanto juego dio en el pensamiento tercermundista. De hecho, en los humanos no hay evolución (biológica) sino adaptación cultural, en consecuencia el hombre "nuevo" es una entelequia (la que buscó Nietzsche en el Superhombre y Guevara en la guerrilla). Con la imagen del "hombre nuevo" aparece al trasluz lo mucho de cristiano que conserva una filosofía atea anticristiana. En definitiva, en esta tesis lo que aparece es una especie de propuesta de "cielo" filosófico en forma de "autoconciencia".
La reforma de la filosofía culmina en esta tesis: el hombre concreto debe ser pensado (Hegel sólo pudo pensar el hombre abstracto, "abstracto" en tanto sometido a una razón suprema y exterior a él: sea el Estado o Dios). La idea de un hombre "fuera de sí" que ha de ser resocializado e integrado en un marco de pensamiento inmanente será una de las ideas clave de la especulación. Por todo esto, podemos concluir que el devenir humano puede ser solamente un juego especulativo en el que la única verdad es el ser y lo que cada quien elija creer. No hay lugar para generalizar, de lo contrario hasta en eso estariamos especulando.
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