Respuestas
Respuesta:
Tradición:
¡Teniente Mandujano!
¡Presente, mi coronel! Vaya usted por veinticuatro horas arrestado al cuarto de banderas. Ruego a usted que se digne decirme el motivo del arresto, para no reincidir en la falta.
¿El motivo, eh? El motivo es que ha echado usted a lucir varios de los siete pelos del diablo.
El teniente Mandujano se alejo architurulato y se echo a averiguar que alcance tenía aquello de los siete pelos del diablo, frase que ya había oído en boca de viejas.
Cuando Luzbel armó en el cielo la primera trifulca revolucionaria, el Señor le aplicó tan soberano puntapié en salva la parte que, rodando de estrella en estrella y de astro en astro, vino el muy faccioso, insurgente y montonero, a caer en este planeta que astrónomos y geógrafos bautizaron con el nombre de Tierra.
Y cata que al ángel caído lo que más le llamo la atención en la fisonomía de los hombres fue el bigote; suspiro por tenerlo y se echo a comprar menjurjes y cosméticos de esos que venden los charlatanes, jurando y rejurando que hacen nacer el pelo hasta en la palma de la mano.
El diablo renegaba del afeminado aspecto de su rostro sin bigote y habría ofrecido el oro y el moro por unos mostachos.
Y aunque sabía que para satisfacer el antojo bastaríale dirigir un memorialito bien parlado, pidiendo esa merced a Dios que es todo generosidad para con sus criaturas, por pícaras que ellas le hayan salido, se obstino en no arriar bandera diciéndose:
¡Pues no faltaba más sino que yo me rebajase hasta pedirle favor a mi enemigo!
¡Hola! - exclamó el Señor que, como es notorio, tiene oído tan fino que percibe hasta el vuelo del pensamiento
- ¿Esas tenemos, envidiosillo y soberbio? Pues tendrás lo que mereces, grandísimo bellaco.
Amaneció y se levanto el ángel protervo luciendo bajo las narices dos gruesas hebras de pelo. Eran la SOBERBIA y la ENVIDIA. Para esta mezquindad, mejor me estaba con mi carita de hembra - decía el muy zamarro.
Al día siguiente despertó el rebelde con un pelito o viborilla más. Era la IRA.
A ahogar penas se ha dicho - pensó el desventurado.
Y sin más encaminóse a una parranda de lujo.
Explicación:
Dios de Dios y la mona que se arrimó el maldecido! Al despertarse miróse al espejo y se halló con dos huéspedes más en el proyecto de bigote: la GULA y la LUJURIA.
Abotagado por los licores se pasó Luzbel ocho días sin moverse de la cama.
Feliz semana para la humanidad, porque sin el enemigo enredador y perverso, estuvo el mundo tranquilo como balsa de aceite. Cuando Luzbel volvió a darse a luz le había brotado otra cerda: la PEREZA.
Y durante años y años anduvo el diablo por la tierra luciendo sólo seis pelos en el bigote, hasta que un día, por malos de sus pecados, se le ocurrió aposentar se dentro del cuerpo de un usurero; y cuando hastiado de picardías le convino cambiar de domicilio, lo hizo, luciendo un pelo más: la Avaricia.
Tal es la historia tradicional de los siete pelos que forman el bigote del demonio.
Respuesta:
Tradición:
¡Teniente Mandujano!
¡Presente, mi coronel! Vaya usted por veinticuatro horas arrestado al cuarto de banderas. Ruego a usted que se digne decirme el motivo del arresto, para no reincidir en la falta.
¿El motivo, eh? El motivo es que ha echado usted a lucir varios de los siete pelos del diablo.
El teniente Mandujano se alejo architurulato y se echo a averiguar que alcance tenía aquello de los siete pelos del diablo, frase que ya había oído en boca de viejas.
Cuando Luzbel armó en el cielo la primera trifulca revolucionaria, el Señor le aplicó tan soberano puntapié en salva la parte que, rodando de estrella en estrella y de astro en astro, vino el muy faccioso, insurgente y montonero, a caer en este planeta que astrónomos y geógrafos bautizaron con el nombre de Tierra.
Y cata que al ángel caído lo que más le llamo la atención en la fisonomía de los hombres fue el bigote; suspiro por tenerlo y se echo a comprar menjurjes y cosméticos de esos que venden los charlatanes, jurando y rejurando que hacen nacer el pelo hasta en la palma de la mano.
El diablo renegaba del afeminado aspecto de su rostro sin bigote y habría ofrecido el oro y el moro por unos mostachos.
Y aunque sabía que para satisfacer el antojo bastaríale dirigir un memorialito bien parlado, pidiendo esa merced a Dios que es todo generosidad para con sus criaturas, por pícaras que ellas le hayan salido, se obstino en no arriar bandera diciéndose:
¡Pues no faltaba más sino que yo me rebajase hasta pedirle favor a mi enemigo!
¡Hola! - exclamó el Señor que, como es notorio, tiene oído tan fino que percibe hasta el vuelo del pensamiento
- ¿Esas tenemos, envidiosillo y soberbio? Pues tendrás lo que mereces, grandísimo bellaco.
Amaneció y se levanto el ángel protervo luciendo bajo las narices dos gruesas hebras de pelo. Eran la SOBERBIA y la ENVIDIA. Para esta mezquindad, mejor me estaba con mi carita de hembra - decía el muy zamarro.
Al día siguiente despertó el rebelde con un pelito o viborilla más. Era la IRA.
A ahogar penas se ha dicho - pensó el desventurado.
Y sin más encaminóse a una parranda de lujo.
Explicación:
Dios de Dios y la mona que se arrimó el maldecido! Al despertarse miróse al espejo y se halló con dos huéspedes más en el proyecto de bigote: la GULA y la LUJURIA.
Abotagado por los licores se pasó Luzbel ocho días sin moverse de la cama.
Feliz semana para la humanidad, porque sin el enemigo enredador y perverso, estuvo el mundo tranquilo como balsa de aceite. Cuando Luzbel volvió a darse a luz le había brotado otra cerda: la PEREZA.
Y durante años y años anduvo el diablo por la tierra luciendo sólo seis pelos en el bigote, hasta que un día, por malos de sus pecados, se le ocurrió aposentar se dentro del cuerpo de un usurero; y cuando hastiado de picardías le convino cambiar de domicilio, lo hizo, luciendo un pelo más: la Avaricia.
Tal es la historia tradicional de los siete pelos que forman el bigote del demonio.