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Respuesta:
necesito puntos así que gracias
Explicación:
Así, pues, era Carlos Flores un típico niño incomprendido en su
mal genio; que quizá tenía una explicación por el medio que
le había tocado vivir pero, a sus diez años de edad, se había
convertido en un pequeño agresivo y procaz con sus mayores.
Sus padres batallaban a diario con el mal carácter de su hijo,
que ya no obedecía ni con golpes y se burlaba cuando le
decían que por el camino equivocado no podría llegar a nada
bueno.
Mal hablado o pendenciero; ingobernable o flojo; cualquier
calificativo quedaba pequeño ante aquel niño sobre el cual
menudeaban toda clase de quejas del vecindario y de la
escuela. Sin respeto a nadie, contestaba con dengue cada vez
que su madre le advertía que algún día “el Diablo en persona”
se le aparecería para arrastrarlo a los infiernos.
Su padre era jornalero y aceptaba toda clase de trabajos con
tal de que nunca faltara algo en su mesa. En un pequeño y
desvencijado carretón vendía leña, que recolectaba por los
montes y algunas veces llevaba a Carlitos para que le
ayudara. Aquella mañana, el niño lo acompañaba a
regañadientes y con el cinto pintado en las corvas. Era como
todos los días, había que batallar mucho antes de hacerlo que
ayudara en algo para el bien de la casa.
Al pasar por un lado del panteón, el niño cayó repentinamente
del carro y su padre, sorprendido, lo vio revolcarse en el suelo
entre gritos y señales de luchar desesperadamente contra algo.
Bajó de un salto y sin saber qué hacer, observaba confundido
a su hijo que rodaba y pateaba al aire, suplicando horrorizado
que le ayudara, que “se lo quitara” por favor... El hombre se
arrodilló para calmar al convulso niño, pensando que se le