conflictos que se presentó en la historia de dos cachorros de coati y dos cachorros de hombre
Respuestas
Respuesta:
Historia de dos cachorros de coatí y de dos cachorros de hombre es un cuento del escritor uruguayo Horacio Quiroga publicado por primera vez en Cuentos de la selva, en 1918.
Explicación:
Respuesta: Había una vez un coatí que tenía tres hijos.
Vivían en el monte comiendo frutas, raíces y
huevos de pajaritos. Cuando estaban arriba de
los árboles y sentían un gran ruido, se tiraban
al suelo de cabeza y salían corriendo con la cola
levantada.
Una vez que los coaticitos fueron un poco
grandes, su madre los reunió un día arriba de
un naranjo y les habló así:
—Coaticitos: ustedes son bastante grandes
para buscarse la comida solos. Deben aprenderlo, porque cuando sean viejos andarán siempre
solos, como todos los coatís. El mayor de ustedes, que es muy amigo de cazar cascarudos,
puede encontrarlos entre los palos podridos,
porque allí hay muchos cascarudos y cucarachas. El segundo, que es gran comedor de frutas, puede encontrarlas en este naranjal; hasta
diciembre habrá naranjas. El tercero, que no
quiere comer sino huevos de pájaros, puede ir a
todas partes, porque en todas partes hay nidos
de pájaros. Pero que no vaya nunca a buscar
nidos al campo, porque es peligroso.
»Coaticitos: hay una sola cosa a la cual deben
tener gran miedo. Son los perros. Yo peleé una
vez con ellos, y sé lo que les digo; por eso tengo
un diente roto. Detrás de los perros vienen
siempre los hombres con un gran ruido, que
mata. Cuando oigan cerca este ruido, tírense de
cabeza al suelo, por alto que sea el árbol.— Si
no lo hacen así los matarán con seguridad de
un tiro.
Así habló la madre. Todos se bajaron entonces y se separaron, caminando de derecha a
izquierda y de izquierda a derecha, como si
hubieran perdido algo, porque así caminan los
coatís.
El mayor, que quería comer cascarudos,
buscó entre los palos podridos y las hojas de los
yuyos, y encontró tantos, que comió hasta quedarse dormido. El segundo, que prefería las
frutas a cualquier cosa, comió cuantas naranjas
quiso, porque aquel naranjal estaba dentro del
monte, como pasa en el Paraguay y Misiones, y
ningún hombre vino a incomodarlo. El tercero,
que era loco por los huevos de pájaros, tuvo
que andar todo el día para encontrar únicamente dos nidos; uno de tucán que tenía tres huevos, y uno de tórtola, que tenía sólo dos. Total,
cinco huevos chiquitos, que era muy poca comida; de modo que al caer la tarde el coaticito
tenía tanta hambre como de mañana, y se sentó
muy triste a la orilla del monte. Desde allí veía
el campo, y pensó en la recomendación de su
madre.
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