Me acuerdo siempre de esta escena: mi primo, mucho más chico que yo, tenía tres años.
Yo tenía doce...
Estábamos en el comedor […] de la casa de mi abuela. Mi primito vino corriendo y se
llevó la mesa […] por delante. Cayó sentado […] en el piso llorando. Se había dado un
golpe fuerte y poco después un bultito del tamaño de un [pequeño] durazno le apareció en
la frente.
Mi tía que estaba en la habitación corrió a abrazarlo y mientras me pedía que trajera hielo
le decía a mi primo: Pobrecito, mala la mesa que te pegó, chas chas a la mesa...,
mientras le daba palmadas al mueble invitando a mi pobre primo a que la imitara... Y yo
pensaba: ¿cuál es la enseñanza? La responsabilidad no es tuya que eres un torpe, que
tienes tres años y que no miras por dónde caminas; la culpa es de la mesa. La mesa es
mala.
Yo intentaba entender más o menos sorprendido el mensaje oculto de la mala
intencionalidad de los objetos. Y mi tía insistía para que mi primo le pegara a la mesa...
Me parece gracioso como símbolo, pero como aprendizaje me parece siniestro: tú nunca
eres responsable de lo que hiciste, la culpa siempre la tiene el otro, la culpa es de afuera,
tuya no, es el otro el que tiene que dejar de estar en tu camino para que tú no te
golpees... Tuve que recorrer un largo trecho para apartarme de los mensajes de las tías
del mundo.

Jorge Bucay (1998), Cuentos para pensar, p. 41.

Actividad I Contesta lo siguiente:
¿De qué manera aprendió el pequeño lo que es la responsabilidad?

¿Cuál es el mensaje siniestro que menciona el autor sobre la responsabilidad?

Respuestas

Respuesta dada por: showdejostin1
0

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