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Explicación:
Introducción Durante las últimas tres o cuatro décadas la investigación en biodiversidad ha sufrido un cambio radical. Hasta los años 60 o 70 del siglo pasado, las ciencias naturales (cuya parte biológica comprendía el estudio de la diversidad de la vida) tenían un enfoque eminentemente descriptivo. Los taxónomos inventariaban especies utilizando la morfología para describir sus formas, y a veces con ayuda de la fisiología y la ecología añadían caracteres no morfológicos a esas descripciones. Su distribución en el espacio era descrita por la faunística, la florística y la biogeografía, y su evolución en el tiempo por la paleontología y la sistemática. A lo largo de un proceso gradual, este enfoque basado en inventariar la biodiversidad ha dado paso a un énfasis en su significado evolutivo y ecológico. Es decir, al estudio de los procesos encargados de generar dicha biodiversidad, su dinámica espacial y temporal, y el impacto que esta tiene sobre el funcionamiento de los ecosistemas. Dicho cambio ha venido propiciado, en parte, porque el conocimiento generado tras más de dos siglos de inventario sistematizado ha permitido avanzar, en los cuerpos de conocimiento de la evolución y la ecología, hasta el punto de lograr crear una ciencia de índole predictiva (al menos para ciertos organismos), con bases sólidas en el terreno experimental. Adicionalmente, las nuevas técnicas en estadística, biología molecular, detección remota, datación estratigráfica y computación han logrado que podamos aproximarnos de forma más precisa al estudio de la naturaleza de manera cuantitativa, lo cual permite hacer generalizaciones de manera mucho más rigurosa y robusta que en el pasado.