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La lengua es un pequeño órgano de nuestro cuerpo capaz de crear las más grandes maravillas y los peores desastres inimaginables. Que la lengua sea el castigo del cuerpo significa que decimos cosas que no debemos y después lamentarnos. Que hablamos sin pensar. Que un corazón herido es una lengua venenosa. Que hay palabras que son punzantes e hirientes. Que es el músculo que dice todo lo que habita en el corazón, creando un universo de formas de actuar, de ser. Con la lengua oramos, recitamos, ofendemos, herimos y nos torturamos a nosotros mismos.
Podemos ilustrar esto con algunos ejemplos clásicos de los tipos de lenguas, pueden ser millones, tantas como lenguas existimos. Hoy mostraremos algunas comunes y ustedes, tienen la oportunidad de clasificar otros tipos con diferentes experiencias:
Proyectivas:
Son aquellas que sin darse cuenta no se ven a sí mismas y acusan al otro de lo que les pertenece. Ven perversiones por todos lados y están convencidas de su castidad sin notar su mente perversa y el disfrute de hablar del otro. Son las madres de las llamadas “lenguas criticonas”. Juzgan a su paso cada gesto que les recuerde lo que ellos no aceptan de sí mismos y le dan sentencia.
Chismosas:
Son aquellas que se encargan de llevar y traer información de un lugar a otro, cierta o falsa.
Ponzoñozas:
Lenguas llenas de celos, envidia y amargura. Intentan herir, desafiar, molestar a cualquiera que se les atraviesa. Son producto de mucho malestar interno de quien las posee y que con disimulo dicen palabras que esconden todo tipo de carencias personales, expresan crisis de incompetencia disimulada con sabiduría y comparaciones, descalificando todo aquello que les supera.
Maldicientes: Son las que no se aguantan ni a sí mismas, su odio es mayor que su condición y maldicen.
Inhumanas:
Son las que si les das un poquito de poder lo ejercen para desquitarse de otros haciendo gala de sus resentimientos y frustraciones.
Supuestamente sinceras:
Estas creen que porque dicen lo que piensan sin ningún filtro al hablar, están en lo cierto. Confunden sincero con grosero y mal educado. Es como que la sinceridad fuera garantía de ser dueño de la verdad y cuando de verdad se trata pues se confunde con maltrato. Y se puede "ser" y "estar" sinceramente equivocado.
Evasivas:
Son esas esquivas que se hacen las locas y cambian de tema.
Aduladoras:
Son las que actúan solapadamente. Sus víctimas no sospechan nada malo y se perjudican por dar crédito a los halagos y cumplidos que reciben, con lo que son empujadas de modo suave, pero fuerte, hacia el precipicio por estas lenguas.
Mentirosas:
Son las que disimulan y hacen un teatro, muchas veces son víctimas para salirse con la suya. Prefieren inventar un cuento que confrontar problemas o realidades.