1. ¿Es posible vivir en santidad como cristiano en mi familia, en mi barrio en mi comunidad?
2. ¿Qué te gustaría imitar de estos Santos en tu vida?
Respuestas
Respuesta:
Entre los muchos frutos del Concilio Vaticano II se puede resaltar la llamada a que la Iglesia se renovara en su vocación a la santidad. En particular, durante un tiempo se consideró en varios ambientes eclesiales que los laicos no podían llegar a niveles de santidad como los sacerdotes o los miembros de la vida religiosa. Se decía que, por estar en medio del mundo y sus ocupaciones, les era más difícil participar de la santidad de Jesucristo. El Concilio Vaticano II, en particular en la constitución dogmática Lumen Gentium sostuvo que: «Los seguidores de Cristo, llamados por Dios no en razón de sus obras, sino en virtud del designio y gracia divinos y justificados en el Señor Jesús, han sido hechos por el bautismo, sacramento de la fe, verdaderos hijos de Dios y partícipes de la divina naturaleza, y, por lo mismo, realmente santos. En consecuencia, es necesario que con la ayuda de Dios conserven y perfeccionen en su vida la santificación que recibieron» (n. 40).
La Lumen Gentium fue publicada en 1964, hace un poco más de cincuenta años. Sin embargo, vale la pena hacer un esfuerzo mayor para poner por obra lo que ahí aparece. Aún suena a muchos fieles laicos muy distante el llamado a la santidad. Se ve, la santidad, como algo inalcanzable, o propio de una élite en la vida de la Iglesia. Nada más ajeno al espíritu de Cristo y de su Iglesia.
Explicación:
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