• Asignatura: Castellano
  • Autor: lasdoslp99f1k
  • hace 5 años

El conejo flaco. - Pero... ¡Santo Dios! ¡Si es don Manuel...!
El oso. - ¿Quién es don Manuel?
El conejo flaco. - ¡Mi último dueño, el dueño que yo tenía en Madrid!
Le conozco perfectamente.
El lobo. - Entonces podemos devorarlo con más satisfacción.
Debíamos comerlo ahora. Puede volver en sí y tiene la escopeta a
su lado.
El conejo flaco. - No es una escopeta.
El oso. - No, es una lanza.
El conejo flaco. - Tampoco es una lanza. Es un alpen-stock, un
herrado bastón de montaña.
El lobo. - ¡Oh...! Espero que no nos pongamos sentimentales. Si el
compañero conejo quiere su parte, la tendrá dentro de unos
minutos.
El conejo flaco. - Es un hombre enamorado de la sierra, como el
amigo oso, como el amigo lobo, como yo. Los sábados se vestía un
poco extrañamente, tal como ahí le veis, y se marchaba con sol o
con nieve, a recorrer las cumbres lejanas. No salía a matar ni trajo
nunca, a su regreso, víctimas ensangrentadas. Miraba la belleza del
sol que nace o del sol que se pone; el aspecto fantástico de un
risco; la hermosa figura, nunca repetida, de cada árbol; y oía el
viento y el son del arroyo con el corazón lleno de dulzura. Un día
escuché cómo contaba su visión de un corzo sobre el nevado
peñasco, a la orilla de un precipicio, alto el testuz, arriba el cielo
azul y abajo el extraño mar blanco fingido por la niebla que subía
del valle. Y no se le ocurrió, como a alguien entre sus oyentes,
lamentarse de no tener a mano el fusil con que romper aquella vida
graciosa.
El oso. - Yo he visto más de una vez hombres como éste trepar
alegremente por la montaña y andar entre la nieve, en los días más

duros de invierno... ¿Por qué lo harán?
El conejo flaco. - Yo lo sé, y vosotros la sabríais también, si
conocieseis su vida. En verdad os digo que no hay alimaña del
monte más digna de compasión que los hombres de la ciudad. La
ciudad tiene la inquietud ansiosa de un eterno acecho, en el que
cada uno es pieza y es cazador. La cuidad es un ruido incesante:
prisa, tumulto, voracidad, enloquecimiento. El raudal humano en las
calles es como el tropel de animales que huyen de un bosque
incendiado. El aire está podrido; el sol, enfermo; el agua,
envenenada. Los pájaros tienen cárcel; las flores, también. Unos
arbolillos anémicos salen de sus tiestos a las aceras, como
paralíticos en sus coches de mano, y se retiran antes de
medianoche. Es una existencia de pesadilla. La cuidad es un corral
de hombres. Y algunos hombres huyen -como yo he huido- de ese
corral, aunque por poco tiempo. Sienten como nosotros la
necesidad de integrarse a la tierra madre, tan bella; de huir de lo
artificial, de respirar el aire ancho y libre de las cumbres; de correr
por el bosque o entre los picachos; de beber de bruces el agua del
regato, tan fresca y limpia, que llena el alma de emoción, como si
bebiésemos, de una vena de la tierra, sangre del puro y generoso
corazón de la tierra. Gozan, como nosotros gozamos, este sencillo
e insuperable sentimiento de la naturaleza no adulterada. Después
vuelven tristemente a su corral inmundo. Son como nosotros
mismos. Éste que ahí está, ignorante de que decidimos su suerte,
no es el hombre feroz, enemigo nuestro. Es... el hermano hombre,
que salió como nosotros de la tierra y que, como nosotros, la ama.
Respetemos la vida del hermano.

1. Después de haber leído el texto: El bosque animado responde cada
una de las preguntas que están a continuación.
2. Escribe tres los argumentos que el conejo expone a favor del
hombre.
3. Escribe la conclusión final del conejo flaco.
4. Escribe cómo crees que reaccionarían los animales y las razones de
tu opinión.
5. Escribe unas líneas sobre lo que piensas de la actitud que tenemos los
humanos frente a los animales.
Actividad Nº 2
6. Di si las siguientes afirmaciones sobre el
texto argumentativo son verdaderas (v) o
falsas(f)
a. La finalidad del texto argumenta es
persuadir o convencer a alguien de algo
(f) (v) AYUDAAAA

Respuestas

Respuesta dada por: asoa77
2

Respuesta:

No entendí

Explicación:

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