• Asignatura: Historia
  • Autor: pechugadepollo6370
  • hace 5 años

¿Qué medias tomó Urquiza al asumir como gobernador de Buenos Aires?

Respuestas

Respuesta dada por: reyesdelarosajolette
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Respuesta:

Cuando afirmado por muchos años de dominio, parecía inconmovible el poder despótico del general Rosas, que negaba a los pueblos argentinos la Constitución y las garantías que ellos reclamaban, yo arriesgué mi fortuna, mi familia y mi vida, poniéndome al frente del movimiento regenerador en que entró después la Nación entera.

Mi pensamiento entonces fue alcanzar para mi país los beneficios de la libertad, devolviendo a la Nación sus derechos e invitándola a constituirse definitivamente de una manera regular y permanente.

Fui impulsado por un sentimiento purísimo de patriotismo y sin trepidar puse en la balanza los sucesos, con mi espada, la alta posición que debía al pueblo entrerriano, y mi cabeza; no podía hacer a la patria mayor ofrenda.

Sacrifiqué en sus aras todo interés personal y me consagré a la grande obra de la nacionalidad argentina, abriendo la campaña gloriosa del Ejército Grande, con el concurso de lo más sano, ilustrado y valiente, que lucía en las filas de los viejos partidos, que habían dividido la República.

En algunos días se había cambiado la situación política del país. El cielo había protegido a los campeones de la libertad que seguían la bandera que yo llevaba, y la victoria de Caseros coronando nuestros esfuerzos, dio en tierra con un régimen que ya era incompatible con las exigencias de los pueblos argentinos, y con el espíritu del siglo. El 3 de febrero de 1852 fue el punto final de una época tempestuosa, que la Providencia me eligió para cerrar. El 3 de febrero de 1852 empezó para los argentinos una nueva era de reconciliación, de fraternidad, de fusión, de organización, de libertad y de civilización. Tal fue al menos mi propósito.

Todavía duraba el entusiasmo del triunfo, cuando en nombre de la patria y con toda la sinceridad de mi alma de que tantas pruebas ha dado al país, declaré para su gloria y con su aplauso, que el triunfo era de la Nación, no de un partido, dije: no hay vencedores, ni vencidos. Era una victoria sin derrota. Era el precursor en la reconciliación de la familia argentina, el emblema de la fusión política, la voz de la civilización cristiana y el lema de la igualdad ante la ley.

No hay vencedores, ni vencidos quiere decir: no hay unitarios, ni federales, no hay proscriptos, ni perseguidos; no hay responsabilidad política por el pasado; todos somos iguales, todos somos hermanos; unámonos los argentinos a la sombra de la bandera de Mayo; hagámonos dignos de ella, contribuyendo todos a la paz, a la prosperidad y al engrandecimiento de nuestra dilacerada patria.

Mis intenciones eran puras. No perseguí a nadie, no hice preferencias. Busqué las aptitudes, la idoneidad sin distinción de colores políticos. Quise que el país se constituyera, se diera leyes y se organizara, como una nación culta y poderosa puede serlo.

Bajo mis auspicios, las provincias confederadas hoy, legítimamente representadas entonces, promulgaron su pacto de alianza perpetuo e indisoluble; se constituyeron; y la Nación existe.

La provincia de Buenos Aires que se había convulsionado el 11 de septiembre de 1852, resistía entre tanto el Acuerdo de San Nicolás en sus detalles, pero sin atacar el sistema federal, se declaraba nacionalista, y sólo podía ser oída de otro modo. Este movimiento degeneró después en sus fines.

Explicación:

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