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El interés metropolitano por la colonia del Sáhara Español se multiplicó a finales de la década de los sesenta del siglo XX, cuando se descubrieron importantes yacimiento de fosfatos. Esto coincidió con las presiones de Naciones Unidas para completar los procesos de descolonización en África, lo que impulsó al gobierno español a iniciar la denominada política de “provincialización”. Pese al argumento de que la incorporación al territorio nacional hacía desaparecer el carácter colonial del dominio español sobre el Sáhara, la relación colonial no sólo se mantuvo sino que se intensificó. Durante la provincialización se produjo una importante penetración en las estructuras políticas y sociales locales, lo que, de facto, supuso una “segunda ocupación” del territorio. Se realizaron grandes inversiones que contribuyeron a la sedentarización de la población nativa y la llegada de población de la península, en un marco de desigualdad y fragmentación social. Estas transformaciones fueron alimentando nuevos movimientos sociales y políticos que acabaron demandando la independencia. El Estado español respondió con distintos “ensayos” políticos y legislativos. Sin embargo, las tensiones en el territorio, el final del régimen franquista, las reclamaciones marroquíes y los nuevos aires internacionales precipitaron un conflicto que, casi 40 años después, está aún sin resolver.