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Había una vez un carpintero llamado Mastro Cereza, era el artesano más anciano de la región y sus arrugadas manos eran capaces de hacer auténticas obras de arte con la madera. Pese a su avanzada edad, todos los días el Maestro Cereza subía a lo alto del monte a talar la madera que necesitara para hacer sus trabajos.
Una fría mañana de invierno, Cereza encontró un extraño tocón de madera en medio de la espesura del bosque. Tenía un color maravilloso, casi parecía brillar. Además, frente al aspecto tosco y salvaje de los troncos de la zona, este parecía haber sido ya pulido y tratado con barniz. El anciano carpintero, lo ató a su espalda y se encaminó de vuelta a su taller, pensando en lo maravillados que quedarían todos los habitantes del pueblo al ver la mesa que podría tallar con esa madera tan espectacular.
Al llegar al taller, el maestro preparo rápidamente sus herramientas y cuando estaba a punto de cortarlo, el trozo de madera comenzó a hablar.
¡No, no me hagas daño! Por favor sigela
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