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A mediados de 1941 se daría inicio a la Operación Barbarroja, estrategia bélica que buscaría la invasión de la Unión Soviética por parte de la Alemania del Tercer Reich. Dos de los ejércitos más poderosos de la Tierra se enfrentaron 4 largos años, dejando a su paso solamente muerte y destrucción.
El costo de vidas, materiales e instrumento bélico fue excesivo tanto para el ejército rojo soviético como para las fuerzas de Werhmatch alemana. Se contabilizan al menos 12 millones de vidas alemanas perdidas y casi 22 millones de bajas soviéticas, siendo el frente oriental de la Segunda Guerra Mundial el más sangriento en la historia.
Se destacan principalmente la primera y segunda batalla por Kursk, la Batalla de Stalingrado, Leningrado y la defensa se Moscú. El ejército rojo contaba desde un principio con un material bélico y demográfico inigualable; sin embargo mal entrenado y con poca estrategia en el campo de batalla. Los alemanes no contaban con tantos recursos como los soviéticos, aún así demostraron mayor eficacia en el combate a pesar de perder la contienda.