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Respuesta:
La tos de Carlos le impedía casi respirar. El vapor le estaba provocando una insuficiencia respiratoria que empeoraba cada día que acudía a su trabajo. La tos resonaba en toda la sala.
– ¡Por Dios! ¿No puede toser más bajo? –dijo Prooge.
Prooge era el dueño de la fábrica que desde hacia diez años gestionaba el negocio con mano dura. Demasiada mano dura, según todos los empleados. La crisis no había afectado a la productividad y, menos aún, a las cuentas. Aunque, bien mirado, esa solvencia se debía a que Prooge no había invertido nada en eso que llamaban prevención de riesgos laborales. Para Prooge, todo eso de la seguridad en el trabajo eran cosas sin importancia.
Carlos miró alejarse al señor Prooge con cierta ira, pero sabiendo que no podía replicarle o perdería el trabajo.
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