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Adriano y Grecia. La Villa Adriana entre la Antigüedad clásica y el helenismo, del 9 de abril al 2 de noviembre en la Villa Adriana, al noreste de Roma. Adriano (76-138 d.C.) fue un emperador culto y refinado, enamorado de la cultura griega, quien a finales de su vida mandó construir una suntuosa villa en Tibur, inspirada en los monumentos que había contemplado durante sus viajes por los confines del Imperio. Su filohelenismo se reflejaba, entre otras cosas, en su rostro barbado, como el de un antiguo filósofo griego, en contraste con los rasurados rostros de los nobles y emperadores romanos precedentes. En la muestra se exhiben dos sorprendentes retratos escultóricos suyos procedentes de Atenas: en uno luce una leva sonrisa y en el otro aparece con una corona cívica. En total se pueden contemplar unas cincuenta obras, procedentes de lugares como Atenas, Loukou, Maratón, Pireo y Corinto. La mayor parte de estas piezas nunca ha abandonado Grecia.
ANTÍNOO, EL FAVORITO DE ADRIANO
Las cariátides del Canopo, una antigua piscina y gruta artificial de la Villa Adriana, son una copia de las del Erecteion de la Acrópolis de Atenas. Una cariátide de Corinto se exhibe en la muestra junto a las de la Villa Adriana. De esta ciudad procede también un retrato que podría ser el de Matidia, cuya hija Sabina llegó a ser la esposa de Adriano. El retrato monumental de esta última forma parte de la colección permanente de la Villa Adriana y se exhibe en el Antiquarium. El ideal estético representado en los retratos de Antínoo, favorito y puede que también amante de Adriano, se puede apreciar en un busto hallado en Patras. Durante el recorrido expositivo se recuerda la figura de Herodes Ático (101-176 d.C.), el célebre retórico griego, que vivió entre Grecia y Roma. Sus villas acogían imágenes de Adriano .