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Añadimos un poco de leche en el vaso con agua. Revolvemos hasta que se mezcle. Apagamos la luz y encendemos el puntero láser. Apuntamos el haz del láser hacia la superficie del vaso y… ¡La luz rebota en la superficie!
Pero, ¿por qué?
Gracias a las gotas de leche en el agua somos capaces de ver la trayectoria que describe el láser. La trayectoria es constante siempre que no se apunte de forma oblicua a la superficie, ya que en ese momento la luz viajará en forma de zigzag debido a la reflexión.
La reflexión es el cambio de dirección de un rayo o una onda que ocurre en la superficie de separación entre dos medios, y que hace que regrese al medio original.
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