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1. Introducción
El origen de las migraciones del siglo XXI poco tiene que ver con el de las acontecidas en otros momentos de la historia contemporánea. Durante el siglo XIX, la expansión de la economía tuvo dos grandes flujos migratorios; por un lado, desde las metrópolis hacia las colonias o áreas de influencia de los países europeos, destacando América Latina, Oceanía y África como destinos de los europeos; por otro, la articulación del centro económico norteamericano atrajo también numerosa mano de obra principalmente europea. La migración transoceánica se desarrolló paralelamente a la dinámica económica cíclica de las metrópolis, de tal manera que fue máxima hasta los años veinte del siglo XX y descendió a raíz de la Gran Depresión.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el auge en el centro y norte de Europa Occidental atrajo a varios millones de emigrantes del entonces sur semidesarrollado europeo-asiático (Portugal, España, Italia, Yugoslavia, Grecia, Turquía), que buscaron empleo en los sectores más significativos de la industrialización; la crisis económica de la segunda mitad de los setenta supuso el regreso de muchos emigrantes (especialmente españoles, italianos y portugueses), reduciéndose así la presencia extranjera perteneciente a países europeos.
Desde la perspectiva mundial, la nueva fase de migración internacional comenzó a partir de los años cincuenta; los flujos migratorios han cambiado de sentido y, a partir de entonces, se producen mayoritariamente desde los países pobres hacia el centro desarrollado. Ello fue especialmente significativo en EE.UU., con flujos de inmigrantes procedentes de América Latina. El mismo fenómeno se produjo también en Europa, donde los inmigrantes de los países subdesarrollados se establecieron de forma estable, caso de los asiáticos y caribeños en Gran Bretaña o de los magrebíes y del África negra en Francia. De todas maneras, el inicio de la migración de las zonas subdesarrolladas al centro desarrollado en los años cincuenta y sesenta tuvo su origen, en el caso de Gran Bretaña y Francia, en los procesos de descolonización, y, en el caso de Estados Unidos, en los profundos desequilibrios que vivía América Latina en los años sesenta setenta, respondiendo, pues, a una situación histórica coyuntural. La emigración a estas zonas debiera haber remitido, si se hubieran cumplido las expectativas de desarrollo en los países de procedencia; pero ello no ha sido así y, a finales del siglo XX, la emigración al centro desarrollado desde los países subdesarrollados se ha incrementado notablemente. La pobreza y el subdesarrollo son la realidad que, cada vez con más fuerza, conforma el origen de las migraciones internacionales del siglo XXI.
2. Causas de los movimientos migratorios y cambios de tendencia
No existe una teoría general sobre las causas de las migraciones económicas. Esta carencia no es tanto por la falta de estudios sobre las mismas como porque éstas están sujetas a situaciones históricas cambiantes, por lo que hablar de causas de los fenómenos migratorios es hablar de causas en un contexto histórico determinado. Las causas de las migraciones se han venido tratando desde que en el siglo XIX se comenzaran a realizar estudios sobre las mismas. Las leyes de Ravenstein, formuladas en el siglo XIX, se pensaron para sociedades en transformación, desde un modelo de empleo mayoritariamente agrícola a otro nuevo mayoritariamente industrial[1]. Según la doctrina económica neoclásica, la migración es una consecuencia de las diferencias de renta per cápita entre los distintos países. Pero estas diferencias han existido entre países ricos y pobres desde la época colonial y, sin embargo, no es hasta finales del siglo XX cuando cobran importancia las migraciones desde los países pobres al centro desarrollado.
Explicación:
espero que te sirva
Respuesta:
habría un colapsó en el país o provincia