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Este trabajo revisita la mita de la Villa Imperial de Potosí y propone que las cuotas mitayas se mantuvieron inalteradas durante el período 1578-1610, un contexto de auge minero y de múltiples transformaciones entre las que se destacan la caída demográfica, el ausentismo y la conmutación del trabajo por dinero. El carácter inmutable de las cuotas mitayas se desprende de los repartimientos generales de mita emitidos por los virreyes del Perú entre 1573 y 1633. Con la finalidad de remarcar el carácter peculiar de la invariabilidad de las cuotas mitayas, se trazan relaciones comparativas con el sistema de tributos indígenas, la otra gran exacción colonial que para el período y región de análisis (Charcas) se encontraba bajo jurisdicción de la corona. La comparación permite visualizar trayectorias notoriamente divergentes. Las autoridades indígenas lograron que las tasas de tributos se adaptaran al descenso demográfico que denunciaban, aliviando la presión fiscal en porcentajes variables. De forma contrastante, las asignaciones mitayas se mantuvieron casi inalteradas. Sobre tal invariabilidad se proponen una serie de líneas interpretativas.
bien la mita potosina se ligó al sistema de tributos y a los denominados servicios personales que existieron desde los primeros tiempos de la colonización, consideramos que se trató de un sistema específico que irrumpe en la década de 1570 para reorganizar una fuerza de trabajo descomunal en función de las prioridades y necesidades reales y del orden estatal en formación. Sin dudas, y como sugirió Nathan Wachtel (1980), debió inspirarse en sistemas prehispánicos como el que organizara el Inca Huayna Capac en los valles maiceros de Cochabamba, movilizando un contingente laboral masculino de proporciones muy similares. La mita minera toledana también tuvo precedentes coloniales en la etapa de la huayra, cuyos trazos centrales han dibujado magistralmente Barnadas (1973:261-284), Assadourian (1979:237-249) y Bakewell (1989:65-70). Estos antecedentes de la mita colonial se reconocen desde fines de la década de 1540, cuando los encomenderos enviaban contingentes de trabajadores nativos, incluso desde regiones muy distantes, para distribuirlos en Potosí, por plazos y tareas variables en el marco del cumplimiento de los servicios personales; durante la década de 1560, a estos envíos privados se sumó la asignación de tareas rotativas a un contingente de quinientos tributarios lupaca de Chucuito bajo administración directa de la corona; hacia principios de la década de 1570, el corregidor de Potosí distribuyó indios entre los mineros3. Uno de los probables arquitectos del sistema fue el licenciado Polo Ondegardo, jurista, encomendero, minero y consejero del virrey Toledo durante su visita a los Andes meridionales en la década de 1570. En 1562, el propio Ondegardo llevó adelante una visita de minas en Huamanga (actual Ayacucho), dictando ordenanzas para las minas de oro y plata de Atunsulla y los depósitos de mercurio de Huancavelica (BNE Ms. 3041)
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