• Asignatura: Castellano
  • Autor: jonathansustaip9itby
  • hace 5 años

¿Alguien que tenga un ensayo de la Luvina de Juan rulfo?​


carvajalis: ok denada

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Respuesta dada por: carvajalis
6

Respuesta:

esto es un resumen

El narrador empieza a describir el desolado cerro de Luvina, estéril en todos los sentidos tanto para el hombre que no usa su cal como para la vegetación que no crece por allí. A esta descripción de Luvina hecha por el narrador —el cual interviene poco— contribuye el personaje que será el único que hablará en todo el relato.

Primero, empieza narrando su experiencia con el viento incesante y agobiante de ese lugar. Mientras ese hombre pide cervezas en un bar, con el sonido de los niños y el ruido del rio, se deja ver a través de las explicaciones del “hombre aquel que hablaba” quién es el interlocutor: una persona que irá a Luvina en breve.

En efecto, el hombre que habla y habla sin un hilo concreto, sigue con su desesperanzada descripción del lugar —con la tristeza de la gente de Luvina y con la mala calidad de la bebida de allí y de cómo perdió su energía y vitalidad en ese lugar—, hasta que empieza a relatarle al interlocutor su primer día en Luvina.

Llegó con su mujer y sus tres hijos, llevados por un arriero —una persona que se dedica al transporte mediante tracción animal— que ni siquiera quiso descansar al llegar a Luvina. Al llegar todo lo que escucharon fue el viento. La mujer del recién llegado, Agripina, y su hijo más pequeño fueron a buscar un lugar donde pasar la noche, pero al ver que estos no volvieron y dejados llevar por la preocupación fueron a buscarlos. Encontraron a Agripina y al hijo rezando en la parca iglesia, sin otra cosa que hacer —pues no había ni mesón ni fonda— así que finalmente se quedaron a dormir en la misma iglesia. Allí pasaron una mala noche, los niños sin dormir por miedo y con un sonido que no les dejaba dormir, el cual inicialmente pensaban que eran murciélagos pero resultó ser las mujeres de la zona yendo a por agua.

Después del relato del primer día en Luvina, el hombre se vio incapaz de hacer una estimación de los años que estuvo en Luvina, pareciéndole a él una eternidad. A continuación pasó a describir a la gente que allí vivía: hombres viejos demasiado acostumbrados a su pobreza como para actuar, demasiado castigados por la monótona costumbre y mujeres que esperaban a sus impresentables maridos que vienen y van —“plantan otro hijo en el vientre de sus mujeres, y ya nadie vuelve a saber de ellos hasta el año siguiente, y a veces nunca...”

Declaraba también que un día se encaró con la inmóvil gente de Luvina para que se marcharan a un sitio mejor, pero solo se encontró de nuevo con la paralizante costumbre —“Pero si nosotros nos vamos, Quién se llevará a nuestros muertos?”— y una desconfianza hacia el gobierno. Es aquí donde se revela que el hombre que habla era en realidad un profesor rural —al igual que el hombre que escucha— y que su objetivo al ir a Luvina era mejorar la situación con una gran serie de ideas preciosas, pero que finalmente ninguna funcionó y solo acabaron haciéndole un hombre desesperanzado. Finalmente el hombre que habla le pide al camarero que ponga mescal en lugar de cerveza y, cuando va a hablar no dice nada. Al final se acabó durmiendo en la mesa.

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