Respuestas
Respuesta:
Activos: Son todos los recursos con los que la empresa cuenta y que le sirven para operar y generar ingresos. Incluye el dinero (en caja y bancos), productos (terminados, a medio hacer y en materia prima), dinero que te deben tus clientes, muebles de oficina y los suministros adquiridos para su uso, y cualquier marca comercial, derecho de autor o gastos pagados por anticipado.
Pasivo: Lo que debés, tanto a corto como a largo plazo. Incluye cualquier deuda acumulada por en al de comenzar, crecer y/o mantener sus operaciones. Pueden ser préstamos bancarios, deudas de tarjetas de crédito y sumas adeudadas a proveedores, colaboradores e impuestos.
Capital: Diferente a lo que se suele creer, el capital no hace referencia solamente al capital con el que se inicia o a todo dinero que entra en la empresa (de hecho, ese dinero es considerado un activo, no capital). El capital es tu patrimonio y está conformado por el capital con que iniciaste más todas las ganancias (o pérdidas) acumuladas.
Gastos: Salidas de dinero que debe hacer la empresa cada mes para operar. Incluye la renta, servicios básicos, salarios, publicidad, etc. Para mantenerse financieramente a flote, es recomendable mantenerlos bajo control, buscando maneras de reducir aquello que no nos están dejando grandes beneficios.
Ojo: Hay una diferencia entre gastos y costos en finanzas empresariales.
Costos y márgenes: Mientras los gastos están más relacionados a la operación de la empresa como un todo, los costos están directamente relacionados con el producto/servicio que se vende.
Margen bruto: ¿Suena chistoso? ¡Si vieras lo importante que es! Se expresa como un porcentaje y representa el porcentaje de los ingresos por ventas totales que una empresa mantiene después de restar el costo de producción de sus bienes / servicios. Entre mayor es el porcentaje, más mantiene la empresa cada dólar de ventas.
Utilidad neta (o pérdida): Este concepto es mucho más fácil de entender. Al final de todas las operaciones que hiciste en el negocio, ¿ganaste o perdiste? En eso se resume todo. Si tu negocio tiene pérdidas constantes algo está muy mal. Aun sin contador, un registro exacto y detallado de cada entrada y salida de dinero, te ayudará a conocer esta cifra.
Flujo de efectivo: El flujo es la sangre de tu empresa, sin él morís. Básicamente comprende el movimiento general de fondos a través del negocio cada mes, incluidos los ingresos y los gastos. Poder entenderlo te ayudará a determinar tu solvencia a largo plazo. De nada te sirve ser rentable si carecés de liquidez. Fácilmente podrías tener que cerrar en el proceso.
Capital de trabajo: Es la diferencia entre tus activos más líquidos y las cuentas por pagar a corto plazo. Si restaras el dinero que tenés en banco, caja y clientes a tus obligaciones inmediatas, ¿tendrías suficiente? ¿cuánto te queda para trabajar?
Concentración: ¿Qué tanto dependés de un cliente en particular? En la medida en que gran parte de los ingresos de tu empresa estén concentrados (en términos porcentuales) en uno o pocos clientes, más riesgos corrés. Pues, si algo sale mal y el cliente se te va, ¿cómo queda tu empresa? Es mejor enfocarse en mantener bajas concentraciones (diversificar): varios clientes con pocos montos cada uno.
Explicación:
Los costos cambian más seguido de lo que creemos, pues se ven afectados por todo, desde los costos de materia prima, mano de obra y logística, hasta los tipos de cambio. Las circunstancias económicas pueden incluso afectar la disposición de los clientes a pagar el precio que has fijado.
De esta manera, controlar los costos y ajustar los precios para garantizar márgenes de ganancia que hagan sentido debe ser una tarea constante. Si no lo hacés a tiempo, podrías estar operando bajo pérdida durante un buen tiempo, sin darte cuenta.
Explicación: