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América Latina y el Caribe es la región que está envejeciendo más rápido. En tres decadas, uno de cada cuatro habitantes tendrá más de 60 años. Esta tendencia irreversible afectará desproporcionadamente a las mujeres. ¿Por qué? La oferta de servicios formales de atención a la dependencia es insuficiente para atender la demanda actual, por lo que la gran mayoría de personas recibe cuidados por parte de las mujeres de su familia de manera informal.
En la región, existen innumerables historias de mujeres que enfrentan los retos de la desigual distribución de la carga de trabajo no remunerado que recae sobre ellas, incluyendo el cuidado de los hijos y las personas mayores.
Ese es el caso de Delia, de Tacuarembó, Uruguay, quien tras 35 años viviendo en Montevideo, dejó su trabajo y su vida en la capital, y regresó al pueblo de sus padres para cuidarlos. Asumir sola todas las tareas de la casa, además del cuidado a tiempo completo de sus padres, le pasó factura. Delia empezó a sufrir de problemas de la columna y de la cintura que limitaban su movilidad. Adicionalmente, al no contar con tiempo para asumir un empleo formal remunerado, su autonomía financiera y la economía del hogar se vieron gravemente afectadas.
Situaciones como las de Delia constituyen quizás la barrera principal de acceso al mercado laboral para las mujeres. Las cifras lo reflejan: en la región, el porcentaje de mujeres con empleos informales y a tiempo parcial. es significativamente mayor que el de hombres. En algunos países, la informalidad alcanza niveles muy elevados. por ejemplo, en Bolivia, Guatemala y Perú, el 83% de las mujeres tiene empleos informales, sin cobertura de seguridad social o protección laboral.
Apoyo del sector público
Uruguay es el primer país de la región con un sistema nacional de servicios de apoyo para personas en situación de dependencia funcional. En diciembre de 2015, empezó a operar el Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC). El SNIC no se limita a proveer servicios de atención para adultos mayores con dependencia, sino también para niños y personas con discapacidad. Los servicios de atención ofrecidos por el sistema para los adultos mayores incluyen asistentes personales en el domicilio, teleasistencia para aquellos de dependencia moderada o leve, y servicios de acceso gratuito en centros de día.
La vida de Delia cambió de nuevo cuando recurrió al Sistema de Salud de Uruguay en busca de apoyo. Allí le asignaron el apoyo de Sandra y Virginia, dos asistentes personales, quienes trabajan cuatro horas al día en el cuidado de sus padres. Actualmente, ella cuenta con la tranquilidad de saber que sus padres están bien atendidos, así como tiempo para su cuidado personal, su salud y sus emprendimientos.
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