• Asignatura: Castellano
  • Autor: DANYGOZT
  • hace 5 años

resumen del primer capitulo de ojos de perro azul​


nohely200592: hola espero poder ayudar ya te respondo es que lo estoy resumiendo
Isisr300: respondido.
DANYGOZT: muchas gracias

Respuestas

Respuesta dada por: bravoestban2201
5

Respuesta:

OJOS DE PERRO AZUL Durante breves minutos estuvimos haciendo nada más que eso: mirándonos. Yo mirándola desde el asiento, haciendo equilibrio en una de sus patas posteriores. Ella de pie, con una mano larga y quieta sobre el velador, mirándome. Le veía los párpados iluminados como todas las noches. Fue entonces cuando recordé lo de siempre, cuando le dije: “Ojos de perro azul”. Ella me dijo, sin retirar la mano del velador: “Eso. Ya no lo olvidaremos nunca”. Salió de la órbita, suspirando:...

Explicación:

Respuesta dada por: Isisr300
6

Respuesta:

Allí estaba otra vez ese ruido. Aquel ruido frío, cortante, vertical, que ya tanto conocía pero que ahora se le presentaba agudo y doloroso, como si de un día a otro se hubiera desacostumbrado a él. Le giraba dentro del cráneo vacío, sordo y punzante. Se agrandaba cada vez más en espirales sucesivas, y le golpeaba por dentro haciendo vibrar su tallo de vértebras con una vibración destemplada, desentonada, con el ritmo seguro de su cuerpo.

Hubiera querido localizar entre las palmas de sus dos manos sensitivas el ruido que le estaba taladrando el momento con su aguda punta de diamante. Un gesto de gato doméstico contrajo sus músculos cuando lo imaginó perseguido por los rincones atormentados de su cabeza caliente, desgarrada por la fiebre. El ruido tenía la piel resbaladiza, intangible casi. No permitiría que le estrujara más sus cristales molidos, sus estrellas de hielo, contra las paredes interiores del cráneo.

Apretarlo ahora sí definitivamente, arrojarlo con todas sus fuerzas contra el pavimento y pisotearlo con ferocidad hasta cuando ya no pudiera moverse verdaderamente, hasta cuando pudiera decir, jadeante, que había dado muerte al ruido que lo atormentaba, que lo enloquecía y que ahora estaba tirado en el suelo como cualquier cosa común convertido en un muerto integral. Trató de sacudir la cabeza. El ruido apareció entonces con mayor fuerza dentro del cráneo que se había endurecido, agrandado y que se sentía atraído con mayor fuerza por la gravedad. Estaba pesado y duro aquel ruido.

Había sentido ese ruido «las otras veces», con la misma insistencia. Él era verdaderamente un cadáver y estaba sintiendo ya, sobre su cuerpo joven y enfermizo, el tránsito de la muerte. Aquella vez, en su cabeza estaba también «ese ruido». Qué lejanas y qué frías sentía las plantas de sus pies, allá, en el otro extremo del ataúd, donde habían puesto una almohada, porque la caja le quedaría aún demasiado grande y hubo que ajustarlo, adaptar el cuerpo muerto a su nuevo y último vestido.

Estaba en su ataúd, listo a ser enterrado, y sin embargo, él sabía que no estaba muerto. Sabremos de su vida por el crecimiento que continuará también normalmente. Es simplemente «una muerte viva».

¿Sentiría miedo después?

Era duro pensar en el momento en que el martillo golpeara los clavos sobre la madera verde y crujiera el ataúd bajo la esperanza segura de volver a ser árbol. Su cuerpo, atraído ahora con mayor fuerza por el imperativo de la tierra, quedaría ladeado en un fondo húmedo, arcilloso y blando, y allá arriba, sobre cuatro metros cúbicos, se irían apagando los últimos golpes de los sepultureros. Eso sería la prolongación de su muerte, la prolongación más natural de su nuevo estado. No quedaría ya ni un grado de calor en su cuerpo, su médula se habría enfriado para siempre y unas estrellitas de hielo penetrarían hasta el tuétano de sus huesos.

En el polvillo bíblico de la muerte. Sabrá entonces que va a subir por los vasos capilares de un manzano y a despertarse mordido por el hambre de un niño en una mañana otoñal. La última noche la había pasado feliz, en la solitaria compañía de su propio cadáver. Dejó que el aire corriera sobre su cuerpo.

Durante la noche la cadaverina había empezado a hacer sus efectos. Su organismo había empezado a descomponerse, a pudrirse, como el cuerpo de todos los muertos. El «olor» era, indudablemente, un olor inconfundible a carne manida, que desaparecía y reaparecía después más penetrante. Su cuerpo se había descompuesto con el calor de la noche anterior.

Entonces sí lo llevarían a dormir su segunda muerte entre los otros muertos.

Explicación:

resumido el 60%

espero te sirva

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