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En alguna ocasión habrás visto que cuando acercas un imán a un trozo de hierro, este se imanta y, temporalmente se convierte en un imán. El hierro, toda vez que se retira el imán, vuelve a su estado normal, o sea, se desimanta. Al acero le toma tiempo (esto ya se explicó en la lección 16) iamntarse, pero no perderá las propiedades magnéticas y se convertirá en un imán permanente. Existen varias formas de imantar un metal (imanes artificiales):
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