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LA RELACIÓN entre el hombre primitivo y los fenómenos naturales se estableció a través del pensamiento mágico y de las religiones.
Su desconocimiento y temor a los procesos de la naturaleza, hicieron que los asociara a fuerzas y seres sobrenaturales responsables de las lluvias, tormentas, sismos, la aparición del Sol, las estrellas, etcétera.
Por su particular concepción del mundo, los pueblos primitivos veían, en todo lo que les rodeaba, los efectos de las fuerzas mágicas o de los espíritus. Con los mitos y las religiones ancestrales se pretendía justificar los orígenes de los fenómenos naturales; con ello se garantizaba la estabilidad de la realidad existente y se aceptaba el destino del hombre en relación con sus preocupaciones existenciales sobre la vejez, las enfermedades, la muerte o las catástrofes .1
En el desarrollo histórico de las ciencias naturales, al margen de las religiones y los mitos, han existido periodos de "incubación" asociados con frustraciones, tensiones, intentos erráticos y falsas aspiraciones; periodos que Arthur Koestler 2 denomina "de anarquía fértil" y que son recurrentes en la historia de todas las ciencias. El hombre, para evolucionar; ha tenido que romper con viejos hábitos mentales y con fronteras absolutas. Ha tenido que elaborar; verificar y consolidar sus teorías por largos periodos previos a los descubrimientos espectaculares.
En todas las ramas del conocimiento científico se han alternado los periodos breves de conquista de nuevas fronteras, y los largos, de consolidación. Es imposible apreciar los avances de la ciencia si no se conoce la evolución histórica de las civilizaciones. El progreso técnico y científico asombra por su discontinuidad, por sus cambios abruptos en el tiempo y el ritmo.
De acuerdo con lo que sabemos, el camino se inicia en el siglo VI a. C., con la aparición en Milo, Elea y Samos 3 de un gran número de pensadores, "filósofos de la naturaleza", que discuten los orígenes y la evolución del Universo; su forma, su estructura y las leyes que lo rigen. Su pensamiento y su lenguaje, en muchos casos, han quedado incorporados definitivamente en la filosofía y la ciencia actuales.
En este principio, los modelos son simples; sólo cuatro elementos: fuego, tierra, agua y aire; cuatro humores, partículas indivisibles. Se trata, sobre todo, de separar las disciplinas y líneas de pensamiento. Distinguir entre religión y medicina, y entre ésta y la astronomía. Un intento heroico de explicar la naturaleza del mundo que nos rodea y que abarca el pensamiento griego desde Tales de Mileto (¿640-537? a. C.) hasta Aristóteles (384-322 a. C.).
Después de ser rebasada esta primera frontera, viene el periodo de consolidación, deortodoxia. Y luego el declive, seguido de un larguísimo periodo —nada menos que 15 siglos— de hibernación, de caminar en la dirección contraria al avance.
En los siglos XII y XIII ya se observan los primeros signos de "deshielo". Son los siglos de Roger Bacon (¿1214?-1294) y Petrus Peregrinus (siglo XIII) de la fundación de las universidades de Bolonia (1158), Oxford (mediados del siglo XIII) Cambridge (1209), Salerno (1224), Salamanca (1218) y París (1170). Sin embargo, se mantiene la línea de pensamiento científico de Aristóteles y la teología de Tomás de Aquino. ¿Cuál es el resultado? Se crea una nueva ortodoxia que conduce a otros tres siglos de esterilidad científica. Al respecto, A. Maslow 4escribe: "La historia de la ciencia, o por lo menos de los grandes científicos, es la historia de repentinas y extáticas percepciones de la verdad que luego, poco a poco, son cuidadosa y cautamente validadas por trabajadores meticulosos que verifican, validan, e investigan la verdad o falsedad de las hipótesis e ideas de otros".
La segunda frontera —tan importante como la primera, establecida en el siglo VI a. C.— es superada en el siglo XIII, iniciándose la segunda época heroica de la ciencia con Kepler (1571-1630), Galileo (1564-1642), Pascal (1623-1662), Descartes (1596-1650), Leibniz (1646-1716) y Newton (1642-1727). El siglo XVIII es, nuevamente, un tiempo de asimilación, consolidación, clasificación y sistematización.
Durante el siglo XIX y lo que llevamos del XX se presenta un desarrollo explosivo, espectacular; de la ciencia y de la técnica: se desarrolla la teoría del electromagnetismo, que trata de explicar la naturaleza dual de la luz y el origen de las radiaciones. Se inician la física atómica, la electroquímica y de hecho toda la estructura moderna de la química. La física teórica profundiza en los mundos de lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande. 5
Para finalizar; algunos autores sostienen que Einstein, como un nuevo Aristóteles, ocasionará un nuevo periodo de consolidación. Por ejemplo, H. Belloc responde al epitafio de Pope de la siguiente manera:
no duró: el diablo gritando
¡eh!, creó a Einstein, que
restableció el statu quo...