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Trágicamente, este histórico legado libertario, que le pertenece al pueblo venezolano, fue enterrado cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia de Venezuela, y convirtió la riqueza petrolera en un poderoso instrumento para la compra de acomodos, apoyos, negociados y complicidades de casi todos los gobiernos de la región –y hasta muchos fuera de ella–.
Bajo la bandera del socialismo del siglo XXI, se encubrió una modalidad de neocolonialismo que sin pausa se viene aplicando fundamentalmente en el bloque anglohablante del Caribe, más Haití y la República Dominicana. Es un neocolonialismo mafioso sin fuerza militar, pero con influencia y poder político real. El más humillante de todos, por las condiciones de obediencia que impone a sus colonizados.
Durante los precedentes 20 años, desde 1980, bajo el llamado Pacto de San José, México y Venezuela sin exigir ninguna clase de condicionamiento político suministraban a las mismas naciones de Centroamérica y el Caribe 160.000 barriles de petróleo diarios a precios preferenciales. El acuerdo llegó a su fin cuando Chávez, al no lograr la aprobación de México para incluir a Cuba en el Pacto, lo reemplazó en el año 2000 por el Acuerdo de Cooperación Energética de Caracas, que no solo integró a Cuba, sino que la convirtió en el país más privilegiado del régimen de Chávez, desfalcando el patrimonio de los venezolanos, lo cual persiste hasta el presente.
A partir de esa fecha el régimen venezolano "golpeando por encima de su peso", ha tenido una influencia sin precedente en el continente, incluso superior a la ejercida en sus mejores tiempos por la United Fruit Company en Centroamérica y el Caribe. Y hasta más que la de los propios hermanos Castro. Esta modalidad neocolonial compradora de conciencias la coronan en el año 2005 al crear Petrocaribe, una especie de ministerio de colonias del régimen venezolano que beneficia a 17 Gobiernos, de los cuales 12 son caribeños, entre ellos la República Dominicana, que activa y facilita la corrupción para la compra de voluntades políticas de Gobiernos que se extiende como una mancha de aceite cubriendo medio Caribe y media Centroamérica. En esta materia solo Odebrecht podría estar a ese nivel.