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Respuesta:
Ensayo que ha ejercido una decisiva influencia sobre la teoría social y política contemporánea, La miseria del Historicismo proviene de un punto de partida tan erróneo en su planteamiento como falaz en sus implicaciones: la certeza de que la evolución humana puede ser objeto de predicción mediante el descubrimiento de los ritos, modelos, leyes o tendencias que supuestamente gobernarían su curso. Ahora bien, como argumenta Karl. R. Popper en esta audaz crítica, dado que la historia humana está influida de forma crucial por el crecimiento del conocimiento, y dado también que no cabe anticipar hoy lo que sabremos mañana, la pretensión de predecir el futuro carece de todo fundamento científico y pertenece al campo de la pura superstición.
Explicación:
Se entiende por historicismo la corriente de pensamiento que define como objetivo fundamental de las ciencias sociales la predicación histórica, alcanzable presuntamente por medio del descubrimiento de los ritmos, modelos, leyes o tendencias que subyacen a la evolución temporal. Mocido por la convicción de que ese punto de vista es responsable del insatisfaotorio estado de las ciencias sociales teóricas, Karl R. Popper se propone en este polémico ensayo poner de relieve la debilidad interna e irreparable que aqueja a una estructura intelectual cuya fascinación para las gentes ha estribado en una lógica tan sutil y convincente como engañosa. No sólo la creencia en un destino histórico es una pura superstición, sino que además cabe demostrar lógicamente que el curso de la evolución humana puede ser objeto de predicción por métodos científicos. En efecto, al hallarse la historia humana fuertemente influida por el crecimiento de los conocimientos y al ser éste impredecible, pues no cabe anticipar hoy lo que sabremos mañana, y ningún predictor tiene la posibilidad de predecir sus futuros, pierde todo fundamento la posibilidad de una historia, teoría científica de la evolución que pueda servir de base a la predicción. Si los estudios históricos y sociales pretenden alcanzar un estatuto científico, el primer paso que tienen que dar es denunciar la miseria del historicismo y basar su labor sobre supuestos teóricos divergentes.
Un pensador formado en directo contacto con el Círculo de Viena, Karl Raimund Popper (1902-1994), ha desarrollado una polémica directa con el historicismo y la hermenéutica. En realidad, el programa de Popper constituye ya una revisión del positivismo. No es tanto la ciencia la que debe ofrecer el modelo y el ideal de todo conocimiento, sino que más bien la Ilustración, no en cuanto propuesta de un programa filosófico-científico determinado, sino como actitud ética fundamental, debe diseñar el horizonte general en el que las ciencias y la sociedad encuentran una justificación. Aunque de forma indirecta, la apelación al proyecto pone el acento sobre el alcance no puramenre heurístico, sino ético-existencial, de la cientificidad. El método científico es la vía para conseguir asertos verdaderos; pero no se identifica simplemente con la verdad, a la manera del convencionalismo, dado que en ese caso no sería posible ni concebible falsificar las proposiciones de la ciencia. El falsacionismo popperiano introduce a su manera una distinción entre verdad y método. «La fundamental idea metodológica de que aprendemos de nuestros errores no puede ser entendida sin la idea regulativa de la verdad: el error que cometemos radica, precisamente, en no haber encauzado, de acuerdo con el patrón o criterio de medida de la verdad, la meta que nos habíamos propuesto. Decimos que un enunciado es “verdadero” si coincide con los hechos o si las cosas son tal y como él las representa. Éste es el concepto absoluto u objetivo de la verdad, concepto que cada uno de nosotros utiliza constantemente […] Esta observación presupone que el concepto de verdad había sido desprestigiado. Y este desprestigio del concepto de verdad ha constituido, de hecho, el estímulo máximo de las ideologías relativistas que dominan en nuestro tiempo». Sin embargo, Popper ha efectuado una crítica estrecha de las Geisteswissemnschaften precisamente a causa de su estructura dialéctico-especulativa. El testimonio más elocuente de este ethos es La miseria del historicismo (1957), donde se rechaza la pretensión de cientificidad de la historia sobre la base de que, a diferencia de las ciencias naturales, nunca podrá acceder a la dimensión de la predictividad. «Esto significa que hemos de rechazar la posibilidad de una historia teórica; es decir, de una ciencia histórica y social de la misma naturaleza que la física teórica. No puede haber una teoría científica del desarrollo histórico que sirva de base para la predicción histórica».