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Respuesta:
Al nacer nos encontramos con el regalo de nuestro cuerpo, un carruaje personalizado para cada uno. A penas nacemos nuestras necesidades, nuestros instintos nos hacen mover, pedir alimento, cuidados… esos son los caballos que permiten la movilidad y autonomía para no depender siempre de los demás, y poder colmar nuestras necesidades y realizar nuestros deseos. Los caballos que tiran del carruaje, son los sentimientos, deseos, necesidades y pulsiones que nos empujan a vivir. En nuestra experiencia de andar nos vamos dando cuenta que estos deseos algo descontrolados, nos ponen en riesgo. Ahí es donde debemos aprender a controlar y domesticar a nuestros caballos internos. Para ello necesitamos un cochero, nuestra mente, nuestra capacidad de pensar y razonar para conducirnos por el mejor camino.
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