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Es un conjunto de medidas que se aplican cuando se presenta un episodio de contaminación severa, durante el cual, las concentraciones de ozono o de partículas suspendidas alcanzan niveles que ponen en riesgo la salud de la población en general y producen efectos adversos en los grupos sensibles como niñ@s, adultos mayores, personas con enfermedades respiratorias o cardiovasculares.
Expertos en salud pública alertan: quienes viven en la Ciudad de México, tienen una exposición crónica a contaminantes atmosféricos que propicia, a mediano o largo plazos, una reducción en la función pulmonar.
¿Qué significa esto? Que la respiración de los capitalinos no es tan profunda ni vigorosa como en una persona que no está expuesta.
De acuerdo con Ana Rosa Moreno Sánchez, del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, esto es más evidente cuando llegan visitantes al Distrito Federal y se sienten mal porque no están habituados a los niveles de ozono: “Quienes estamos acostumbrados, tenemos una respuesta más lenta ante altas concentraciones”.
La especialista señala que los golpes de calor y las contingencias ambientales, típicas de la primavera mexicana, representan graves problemas para la salud, especialmente, la de los adultos mayores y los niños.
Basta recordar la canícula (verano) europea del 2003 que causó miles de muertes, sobre todo entre personas mayores.
Los efectos del ozono en la función respiratoria
Todo el mundo habla de él, pero pocos conocen su impacto en la actividad respiratoria. El ozono, según la especialista en salud ambiental, es un gas irritante que tiene efectos en la garganta, produce congestión nasal, molestia en los ojos y, en personas sensibles, puede ocasionar tos.
Además, cuando los niveles de contaminación son más altos, se incrementa el índice de asmáticos que sufren ataques y requieren atención médica o la ingesta de más fármacos.
El ozono también hace a las personas más sensibles a las alergias porque aumenta la presencia de alérgenos, diferentes pólenes u organismos que causan un impacto en la salud; a este factor, se suma, la contaminación.
Esta última también reduce la resistencia a resfriados o cualquier otro tipo de infección en vías respiratorias y puede acelerar, a largo plazo, el envejecimiento del tejido pulmonar.
En cuanto a los golpes de calor, abunda la doctora Moreno, son un estrés adicional al cuerpo; las personas pueden padecer dolores de cabeza, deshidratación, problemas metabólicos o desmayos.
De igual modo, corren riesgo los adultos que hacen ejercicio en el exterior, porque respiran más rápido y profundo. Por eso, en casos de contingencia ambiental, se recomienda evitar la actividad física al aire libre, y si se hace en interiores, es mejor mantener las ventanas cerradas.