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Canadá, el segundo país con la mayor extensión territorial del mundo, se divide en tres territorios y 10 provincias. Desde el establecimiento de la Confederación en 1867, el país ha evolucionado hasta convertirse en una sociedad multicultural con una población caracterizada por una diversidad extraordinaria, que contribuye a su cultura nacional única. La economía canadiencanadiense es la décima más grande del mundo gracias a sus abundantes recursos naturales y al comercio. El país es miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y del Grupo de los Siete (G7). En el 2013, el PIB de Canadá fue de US$ 1 472 billones, mientras que el PIB per cápita fue de US$ 41 894 (el PIB per cápita en términos de la paridad del poder adquisitivo fue de US$ 42 780) (1, 2).
En el 2015, Canadá tenía una población de 35 851 800 de habitantes, con una proporción casi idéntica de hombres y mujeres (50,4% y 49,6%, respectivamente) y un crecimiento de 0,9% con respecto al año anterior. Por primera vez, el número de canadienses de 65 años o más (5 780 900) fue superior al número de niños de 0 a 14 años (5 749 400) (3). La proporción de población de 65 años o más se ha duplicado en los últimos cincuenta años, al pasar de casi 8% en 1961 a 16% en el 2011. En la figura 1 se muestra una comparación de la estructura de población de Canadá en 1990 y el 2015.
Figura 1. Estructura de población, por sexo y edad, Canadá, 1990 y 2015
Fuente: Organización Panamericana de la Salud, según datos del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, División de Población de las Naciones Unidas, Revisión del 2015, Nueva
La tasa total de fecundidad en el 2012 era de 1,61 nacimientos por mujer, con menos de la mitad del total de nacimientos (46,9%) de madres menores de 30 años (4). Entre el 2010 y el 2012, la esperanza de vida al nacer era de 83,6 años para las mujeres y de 79,4 años para los hombres (5). En el 2011, cerca de 20,6% de la población canadiense era inmigrante; de este porcentaje, 17,5% (3,5% de la población total) había llegado al país en los últimos cinco años. La población rural del país descendió a 18,9%.
Gracias, en parte, a las iniciativas emprendidas en el ámbito de la salud pública, como la introducción de la vacunación masiva, el abandono del tabaquismo y los programas de concientización sobre el uso del cinturón de seguridad, los canadienses viven más tiempo y han descendido las tasas de mortalidad infantil. En el 2014, 59,0% de los canadienses de 12 años o más declaraban que su salud era «excelente» o «muy buena». Esta cifra se mantuvo relativamente estable en el decenio pasado. En ese mismo año, 71,1% de los canadienses dijeron que su salud mental era «excelente» o «muy buena», comparado con 73,4% en el 2003 (6).
El número de canadienses miembros de familias de ingresos bajos ha descendido a su nivel más bajo en más de dos decenios, al pasar de 15,2% en 1996 a 8,8% en el 2011 (7).1 Además, el desempeño de Canadá en muchas de las mediciones de bienestar del Índice para una vida mejor de la OCDE es satisfactorio. Entre los países de la OCDE, Canadá se clasifica por encima del promedio en cuanto a vivienda, empleo e ingresos, educación y aptitudes, por mencionar solo algunas áreas. Si bien la situación económica de Canadá, en general, es buena, algunas tendencias y señales indican tensiones crecientes que podrían aumentar la desigualdad y exigir atención y acción para abordar vulnerabilidades, en particular, en comunidades o grupos específicos.
En el 2011, los pueblos aborígenes constituían 4,3% del total de la población canadiense. Sin embargo, las tasas de pobreza, enfermedades crónicas y malas condiciones de vida son mucho más altas en la población de las Primeras Naciones y los inuit. En el período 2011 2012, aproximadamente 22% de los hogares indígenas ubicados fuera de las reservas se encontraban en situación de inseguridad alimentaria, en comparación con 8% del total de los hogares canadienses (8).
Canadá ha puesto en marcha programas sociales que contribuyen a garantizar la salud y el bienestar de los canadienses, al prestar ayuda económica a quienes han perdido el empleo por causas ajenas a su voluntad, la población de mayor edad, las personas con discapacidad, las familias y personas necesitadas, las personas sin hogar y aquellas en riesgo de perder su hogar, así como las comunidades y personas expuestas al riesgo de exclusión social. Para seguir mejorando el bien