• Asignatura: Castellano
  • Autor: planzrubaceti
  • hace 5 años

La No Violencia es un manejo adecuado del conflicto, algo que posiblemente no hemos aprendido. Mejor, no nos han educado para ello. Hemos aprendido a manejar el conflicto de modo violento en todas sus formas.
Tenemos incluso los instrumentos más sofisticados para responder al conflicto con la negociación y el diálogo. Este es el nuevo aprendizaje que debemos realizar. El conflicto es un tipo de enfrentamiento en que cada una de las partes trata de ganar.

Esto ocurre entre los esposos, entre padres e hijos, entre educadores y alumnos, entre gremios, entre partidos políticos y entre países. Dondequiera que haya un tipo de enfrentamiento (social, político, económico, religioso, cultural etc.) y en el que una de las partes trate de ganar, estamos en presencia de un conflicto.

Hemos sido educados en general, para el manejo violento del conflicto. Las actitudes que hemos aprendido para afrontarlo nos lo demuestran:

La neutralidad: es sencillamente esquivar el conflicto, pensando y comportándose como quien no tiene que ver en el asunto. Es el esposo, por ejemplo, que afirma no tener nada que ver en la educación de los hijos; «eso es cuestión de mujeres». O también obramos así cuando, ante el fenómeno de los sicarios, pensamos que es un problema de orden público.
La huida: Evasivas para afrontar el conflicto, escape físico, pero sobre todo psicológico. Ocurre cuando desaparecemos de nuestras oficinas para evitar discutir; o en el hogar para impedir un conflicto con la pareja. Hay personas que para escapar del problema llegan tarde a casa, salen temprano y finalmente desaparecen los fines de semana. Así pasan meses, el conflicto continúa y la carga se hace cada vez más pesada.
La pelea: es la forma más usual como respondemos al conflicto, aprendimos a pelear desde niños y a responder agresivamente a cualquier amenaza o abuso que se cometa contra nosotros. Es la expresión de nuestra arrogancia y, en la mayoría de las veces, del machismo predominante en las relaciones interpersonales. Existen personas que, al enojarse, acompañan su mal momento con insultos, gritos y golpes. Parece que la única manera de expresar disgusto es a través de palabras altisonantes y gestos agresivos. Nada extraño, en este contexto, que hoy se utilicen formas brutales de ofensa como la amenaza de muerte, el boleteo, la extorsión y el homicidio.
La capitulación: es la renuncia para expresar nuestros gustos cuando se diferencian de los deseos de otros. Tanto en el hogar, en la empresa, como en la vida estudiantil se imponen las cosas, se abusa de la autoridad y la persona decide capitular, es decir callar y reprimir sus ideas, sus sentimientos y usar una máscara «todo está bien». Pocos saben que esta conducta es el precio más caro que se paga por la paz; pero represiones como éstas, finalmente estallan y es cuando en el hogar, la empresa, la universidad, se dice lo que nunca hubiera deseado decirse. El arrepentimiento llega demasiado tarde y sólo queda asumir las consecuencias de lo dicho. Desafortunadamente hemos sido testigos de estas reacciones en nosotros o en quienes
nos rodean. La resistencia pasiva: consecuencia de la actitud anterior, reaccionamos muchas veces con la resistencia pasiva: suele escucharse con atención el programa de nuevas políticas y estrategias; nadie opina ante quienes las promulgan. Pero pocas personas las aplican, popularmente se expresa como la «huelga de brazos caídos». Pero en el fondo, como en las actitudes anteriores, lo que realmente existe es una agresividad reprimida que se convierte en resistencia pasiva.
Chisme, ironía y sarcasmo: formas equivalentes a la pelea y que utilizamos con gran habilidad, para desquitarnos de aquellos que nos confrontan o a quienes no podemos
vencer. Son armas cobardes que hacen daño a nuestra personalidad. Existen culturas en que la ironía se convierte en medio de expresión, aceptada como estilo de manifestación en el campo político, familiar o personal. Con actitudes como éstas afrontamos el conflicto, incluso sin damos cuenta, las hemos aprendido, casi por osmosis. El conflicto acompaña siempre la vida, lo obvio es manejarlo desde niños, adecuadamente, a la altura de nuestro ser racional. Pero concebimos la paz y la felicidad como ausencia de conflicto. En realidad, la paz y la felicidad se alcanzan cuando se es capaz de manejar el conflicto. La paz no es ausencia de conflicto; es ausencia de
injusticia. Se puede vivir feliz y en paz aun en medio del conflicto.






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Respuestas

Respuesta dada por: azulcelesth
6

es solventar de manera sencilla y moderada sin tener q llegar a la fuerza mortal

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