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Respuesta:
Durante los últimos años se ha producido en Chile una
evidente desafección de la ciudadanía hacia la élite
política. Los resultados de diferentes encuestas dan
cuenta de una creciente desconfianza de los ciudadanos hacia quienes realizan la actividad política y hacia las instituciones políticas en general. Junto con ello, las cifras de participación electoral también indican una retracción de los ciudadanos
de la esfera pública, lo que se refleja en un marcado descenso en
la conducta de voto, que constituye la mayor caída de participación electoral entre las democracias del mundo (Corvalán y
Cox, 2015). Un 86% de la población en edad de votar ejerció su
derecho a sufragio en 1989, mientras que este porcentaje fue
de solo un 49,3% en la última elección presidencial.
Esta baja en la conducta de voto se expresa en mayor grado
en los segmentos jóvenes de la población, lo que se manifiesta
en la escasa renovación del padrón electoral hasta el año 2012
(cuando es implementada la inscripción automática y el voto
voluntario) y en los bajos niveles de participación de los jóvenes en las elecciones realizadas desde entonces. La emisión de
sufragios no es la única forma de participación política y, según
autores como Dalton (2006), la disminución de la participación en procesos electorales y partidistas en las últimas décadas ha ido acompañada de un aumento en otras formas de participación política menos estructuradas o permanentes, como
las protestas o la participación en organizaciones, que buscan
una influencia más directa en los procesos políticos o sociales.
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