• Asignatura: Historia
  • Autor: noegattab
  • hace 6 años

explique porque los griegos no llegaron a convertirse en un imperio unificado como roma?​

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Respuesta dada por: suecomaper
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Respuesta:

La primera razón hay que buscarla en la propia naturaleza. El lugar donde vino al mundo la civilización griega, el extremo meridional de la península Balcánica, no era precisamente muy acogedor, y no lo eran mucho más las islas que la rodean. Montañosa hasta el hartazgo y rota en cientos de valles mal comunicados entre sí; víctima de un clima seco y sin ríos que compensen la crónica escasez de lluvia; con un suelo pobre y rocoso, poco adecuado para el cultivo del trigo y la cebada, Grecia, servicial tan sólo con el olivo, la higuera o la vid, parecía satisfecha de rechazar la compañía del hombre.

Los supuestos sobre los que se había desarrollado la revolución urbana y la aparición del Estado en el Próximo Oriente no se daban, pues, en Grecia. Su medio físico era, quizá, menos exigente que en Mesopotamia o Egipto, pero, a cambio, también era menos generoso. Se requería un esfuerzo mucho mayor para obtener de la tierra un premio mucho menor. Las cosechas, escasas, no bastaban a alimentar a unos moradores siempre forzados a contener su crecimiento dentro de unos límites reducidos, muy lejanos del exuberante incremento de la población del Creciente Fértil. La aldea, el pueblo o, en el mejor de los casos, la pequeña ciudad que apenas merecía ese nombre eran, en consecuencia, las formas lógicas de poblamiento, tanto más cuando las montañas y valles dificultaban la comunicación y tornaban casi imposible la aparición de grandes urbes.

¿Cómo, en estas condiciones, iban los griegos a someterse con mansedumbre a los dictados de un Estado omnipotente? Es probable que, dejados a su propia suerte, hubieran tardado mucho en desarrollarlo por sí mismos, al igual que sucedió en las regiones más occidentales de Europa, donde llegó de la mano de los colonizadores fenicios, griegos o incluso romanos. Sólo la proximidad de sus tierras a los territorios donde vieron la luz las primeras culturas estatales impulsó, quizá por razón de supervivencia, la imprescindible emulación de unas instituciones políticas en principio tan ajenas.

La copia no resultó en exceso distinta del original, aun con las adaptaciones impuestas por un entorno tan distinto al de los valles de los grandes ríos. La cultura minoica, primero, y la micénica, más tarde, adoptaron formas estatales que recuerdan la organización política y económica de los templos mesopotámicos, si bien la pobreza de la tierra impuso que no fuera la agricultura, sino la artesanía y el comercio marítimo, la actividad predominante, y que los talleres y almacenes ganasen protagonismo frente a los campos y graneros.

Pero esa diferencia en la organización económica resultaría determinante. Sin una enorme masa de campesinos desposeídos trabajando la tierra bajo las órdenes de la burocracia estatal, no fue posible en Grecia el triunfo de una estructura social tan polarizada como la de sus vecinos. La combinación entre la escasez de tierra y la fortaleza del sector secundario, que la fundación posterior de colonias no hizo sino robustecer, generó una sociedad con una importante clase media y unos comerciantes opulentos que poco tardaron en reclamar su cuota del poder político. Por fuerza, el Estado que se apoyara sobre estos cimentos había de ser bien distinto al que vio la luz en el Creciente Fértil.

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