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1. «MISIÓN» EXTRAORDINARIA
Conforme el siglo XIX va adquiriendo perspectiva histórica, la figura de San Antonio
María Claret va encontrando también su colocación adecuada. La personalidad de Claret, hecha
de contrastes, creó una «circunstancia» más contrastada todavía: calumniado y festejado en su
tiempo, discutido y alabado en el proceso de beatificación entre las rémoras del «abogado del
diablo» y las arengas de los abogados defensores. Estos contrastes de luz y sombra han
ayudado poco a alcanzar una visión objetiva de su misión y de su real influjo en la Iglesia. Sin
embargo, lo que a la hora de la verdad, con ocasión de la beatificación y de la canonización,
dijeron los sumos pontífices Pío XI y Pío XII, respectivamente, y que pudo sonar a panegírico de
circunstancias, ahora lo repiten los historiadores desde la frialdad y el rigor científicos.
Pío XI dijo que, entre los hombres providenciales que Dios envía a su Iglesia en
circunstancias extraordinarias, «entre los grandes hombres del siglo XIX suscitó a Antonio María
Claret» 1.Pío XII proclamó que Claret había servido a la Iglesia hasta el fin de su vida «como el
que más-» 2 Ahora, los historiadores dicen que «el P. Claret centra el siglo XIX español con su
vida santa y apostólica»3. «Ninguno más ilustre que San Antonio María Claret» entre los que se
dedicaron a la ruda tarea de mejorar las costumbres e instruir religiosamente al pueblo4. El
movimiento de evangelización para recatolizar a la sociedad española «está vinculado al P.
Claret, apóstol de España»5
El P. Claret, a primera vista llamado a ser un missionero popular, tuvo una misión
extraordinaria en la Iglesia por sus dones extraordinarios del Espíritu y por su acción multiforme y
avasalladora en el mismo Espíritu. Desde su ser misionero — consagrado y configurado con
Cristo evangelizador — tuvo una visión profética del mundo y de la Iglesia, de las necesidades
urgentes de su tiempo, y como misionero procuró dar una respuesta adecuada con los medios
más eficaces y suscitó esta misma visión y esta misma respuesta en los demás: seglares,
religiosos y sacerdotes, animados de su mismo espíritu apostólico.