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Respuesta:era buena
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espero que te sirva._.
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Muro Romero, 1982.
En efecto, a lo largo del siglo xvii los agentes de la Administración desempeñaron sus funciones en una sociedad en la que se iba fortaleciendo el sentimiento criollo, y en la cual eran crecientes las dificultades para hacer valer la autoridad de la monarquía de modo efectivo. Además, en muchos casos, los agentes de la Administración llegaron a aliarse con las élites locales, con el consecuente perjuicio para los intereses de la Corona. En ese sentido, cabe citar a Burkholder y Chandler, quienes denominaron «edad de la impotencia» —desde una perspectiva monárquica a buena parte de ese siglo xvii2, al punto de llegarse a la «reforma del pacto colonial» en Indias3, en virtud de la cual el soberano aceptó tácitamente el predominio de los intereses locales en el Nuevo Mundo.
Puente Brunke, 2012, p. 49.
Así, en el ámbito del gobierno de las Indias, esa impotencia de la Corona se manifestó en muchos aspectos a lo largo del siglo xvii, y muy particularmente en sus décadas finales. Pongamos el ejemplo de los ministros de la Audiencia de Lima: sus vinculaciones con la aristocracia de la tierra, los insuficientes salarios, los largos períodos durante los cuales permanecían en un mismo destino y otros factores concomitantes llevaron a que esos magistrados, que representaban al monarca, se aliaran con frecuencia con los intereses locales. Estos se fortalecieron a lo largo del siglo xvii, al punto de que la crisis económica de la Península tuvo un correlato distinto en el Perú: se dio un notable desarrollo interno en lo económico y mercantil, con el consecuente beneficio para las élites peruanas.
Andrien, 2011, p. 68.
Lohmann Villena, 2000, p. 13.
El período constituido específicamente por las dos décadas finales del siglo xvii y las cinco primeras del siglo xviii fue bastante complejo. A fines de la decimoséptima centuria, el virreinato peruano ya había dejado de ser la principal fuente de recursos indianos para la Corona. En efecto, hasta la década de 1670 había sido el Perú la fuente de las cantidades más sustanciales de rentas que llegaban a la metrópoli. Después, los envíos efectuados desde Nueva España fueron superiores5. Además, la autoridad de los agentes de la Administración —como acabamos de decir— tenía cada vez más dificultades para prevalecer. Por otro lado, las dos primeras décadas del siglo xviii presentaron una situación de inestabilidad en lo referido al ejercicio de la autoridad virreinal, debido a la sucesión de varios personajes en la primera magistratura en un corto período temporal. Tal como afirma Lohmann Villena, «las interrupciones en la transmisión del gobierno se suceden casi con la variedad de imágenes de un caleidoscopio». En efecto, en 1705, a causa de la muerte del conde de la Monclova, la Audiencia asumió el gobierno de modo interino. Dos años después se inició el período gubernativo presidido por el marqués de Castelldosrius, que solo duró tres años. En 1710 reasumió el poder la Audiencia, para transmitirlo al obispo de Quito, Diego Ladrón de Guevara. Este gobernó hasta 1716, tras lo cual el poder recayó nuevamente en la Audiencia y luego en el arzobispo de La Plata, Diego Morcillo. Entre 1716 y 1720 gobernó el príncipe de Santo Buono, tras cuyo mandato volvió a ejercer la autoridad virreinal el prelado Morcillo, quien ya por entonces era arzobispo de Lima6.
Tau Anzoátegui, 2004, p. 432.
Sin embargo, desde comienzos del siglo xviii se produjo el traslado del centro de gravedad económico y estratégico del Imperio desde Lima a México, tanto por la mayor importancia de la minería novohispana, como por el papel del Caribe, como región donde se dirimía la hegemonía de las potencias colonialistas europeas. No obstante, y a pesar de este hecho, tanto Nueva España como el Perú iniciaron el período cronológico que estamos estudiando con una característica en común: la de la notoria autosuficiencia económica que manifestaron a lo largo del siglo xvii. Peter Bakewell lo ha explicado muy bien para el caso mexicano, en un párrafo que puede ser también aplicable a lo ocurrido en el Perú:
Bakewell, 1997, p. 324.
Nueva España pudo prescindir de Europa como proveedora de mercancías y de capital, dejando de ser un manantial del que manaban riquezas que atravesaban el Atlántico para sostener la economía europea, y conservando cada vez más sus recursos para beneficio propio. La Nueva España […] se convirtió en la fuente financiera de su propia defensa, en la proveedora de los artículos que ella misma necesitaba, y en la sede de una sociedad definida que le era propio.
por eso la comunicación fue difícil