elegir un problema social pensar que datos aportados por las ciencias sociales
ayudarian a tener informacion para mejorar esa problematica
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Respuesta dada por: rickyrickyraton27
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Los diagnósticos críticos son muy habituales en geografía, al igual que en otras ciencias sociales. Científicos que observan el mundo actual se sienten a veces muy afectados por la gravedad de las situaciones que describen. El impulso moral de aspirar a un mundo mejor en el que no exista la pobreza, la segregación o la injusticia, y en el que los hombres no degrademos de forma irreversible el medio ambiente, lleva a observar de forma crítica la realidad que se examina y que, como científicos, hemos de estudiar. El resultado es un panorama bastante pesimista, con diagnósticos que generalmente desvaloran, a veces de forma somera, cualquier interpretación optimista que pueda realizarse: los problemas serían tan graves que en el mundo actual solo podrían ser optimistas los ingenuos, los mal informados, los egoístas que únicamente piensan en sí mismos o, peor aún, que están vendidos al sistema de explotación.

La experiencia del VII Coloquio Internacional de Geocrítica, celebrado en Santiago de Chile en 2005, fue, en cierta manera, un reflejo de ese ambiente intelectual. Se hicieron en dicho coloquio, como en los anteriores, numerosos y excelentes diagnósticos de la situación actual. A algunos de los asistentes eso nos produjo, como en otros casos, un sentimiento de angustia: el argumento general de una buena parte de las comunicaciones puede resumirse en estas palabras: “todo va mal y, además, todo está empeorando”.

Tuve la impresión de que no podíamos continuar así. Que es preciso seguir haciendo diagnósticos críticos, pero que hemos de pasar a la propuesta explícita de soluciones para resolver los problemas que están planteados. Por ello en la clausura del Coloquio anuncié que debíamos convertir esa búsqueda de respuestas y soluciones en el eje articulador de un futuro encuentro.

Desde entonces la necesidad se ha hecho mayor. En los dos años transcurridos la conciencia de los numerosos problemas del mundo actual y de su gravedad ha ido aumentando. La pobreza, la segregación y la exclusión social, la fragmentación de las ciudades, el aumento de enfermedades infecciosas en algunas regiones, y otros muchos problemas han ido creciendo y se tienen, si es que eran precisos, nuevos datos contundentes sobre todos ellos. Hemos asistido también a la aceptación de la trascendencia del calentamiento global y se admite ya la necesidad de intentar reducir ese proceso. Muchos hablan abiertamente de la crisis global y dan argumentos sobre la urgente necesidad de buscar soluciones globales.

Los problemas del mundo actual son muchos y muy graves. Pero no podemos quedar inactivos ante ellos. Hemos de movilizarnos, y diseñar programas de investigación y de enseñanza que ayuden a tomar conciencia y a enfrentarnos a la misma raíz de los mismos. Pero también hemos de tener fuerza para hacerlo, lo que es imposible sin un mínimo de optimismo, de convicción de que podemos abordarlos, con alguna esperanza de que puedan resolverse.

Algunas disciplinas sociales tienen ya incorporada en sus tradiciones intelectuales la propuesta de soluciones, o en ellas es consustancial el realizar planes de mejora. El economista o el urbanista, por ejemplo, no pueden limitarse a realizar diagnósticos, sino que han de proponer actuaciones concretas para resolver las situaciones que describen. Otras disciplinas, entre las cuales la geografía, tienen menos interiorizada y aceptada esa dimensión.

II

La geografía ha sido durante mucho tiempo una descripción del mundo. Pero es importante, y oportuno, recordar que también en esta ciencia han existido desde hace mucho tiempo propuestas explícitas para que su estudio contribuya a la solución de los problemas sociales.

La geografía sirve ante todo para hacer la guerra, escribió hace años el geógrafo francés Yves Lacoste en un influyente libro. Lo que es cierto en gran medida, siempre que recordemos que no es la única ciencia que ha contribuido a la actividad bélica.

Pero, sin negar esa dimensión de la disciplina geográfica, no hay que olvidar que desde hace siglos los geógrafos han realizado también contribuciones, a veces decisivas, a la paz. Y que han tenido asimismo la ambición de que esta disciplina sirva para buscar la felicidad en el mundo.

Quizás sea oportuno recordar en este momento no solo que la geografía moderna nació aquí en América, tal como he defendido en otra ocasión, sino que puede sostenerse que también surgió aquí la geografía aplicada. Sobre lo primero bastará con recordar que fueron las obras de Gonzalo Fernández de Oviedo Historia natural y general de las Indias, Islas y Tierra Firme del mar Océano (1535) y de José de Acosta Historia natural y moral de las Indias (1590) las que inauguraron un género historiográfico que unía a la vez el estudio de los hechos naturales y humanos de un territorio, algo que se ha considerado característico de la ciencia geográfica.

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