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La democracia es neutra y no pretende homogeneizar a los pueblos que la disfrutan. Es un concepto instrumental imperfecto que no iguala a los pueblos sino que les da la oportunidad de ser diferentes siempre y cuando haya dos variantes imprescindibles: la libertad y la justicia.
En las dictaduras que van cayendo en el mundo árabe y musulmán las gentes se manifiestan pidiendo la libertad política de la que casi nunca han gozado. Ya sea en forma de revuelta o revolución, es importante que la libertad no se convierta en un instrumento para echar a un dictador en orden a instalar a una casta, tribu o grupo social que acabe no respetando la libertad de las gentes.
Tenemos muchos ejemplos en la descolonización de los imperios europeos el siglo pasado, que no asumieron la libertad como elemento principalísimo de todo sistema de convivencia política. Ahí están los casos de tantos países africanos que no han encontrado ni la libertad ni la justicia. Zimbabue es el caso más emblemático.
¿Cómo van a administrar la libertad los egipcios y los tunecinos después de varios meses de haber echado a sus dictadores? ¿Qué ocurrirá en Libia, en Siria y en Bahréin cuando los regímenes sanguinarios se hayan derrocado? Dependerá de cómo administren la libertad y si, con ella, se proponen beneficiar a la mayoría. La construcción de una sociedad abierta y libre no será fácil ni rápida. Para construir Francia, decía De Gaulle, han hecho falta más de cuarenta reyes y muchos siglos que han conocido fracasos, éxitos y revoluciones. Y los siglos, añadía con ironía, sólo se obtienen con siglos. Nada de improvisaciones.
La democracia es, sobre todo, un estado social en el que la mayoría respeta las instituciones, acepta la victoria del adversario y critica aquello que vulnera los derechos y los intereses de las gentes.
Las violentas manifestaciones en varias ciudades inglesas no tuvieron lugar para pedir libertad, sino para exigir un mínimo de justicia para que muchos colectivos que se encuentran excluidos del sistema puedan volver a contar como personas con las obligaciones y derechos pertinentes. El mundo de hoy pide libertad cuando no la tiene. Vamos a ver cómo los chinos entran en este proceso bien pronto. Y cuando disfruta de ella, pide un mínimo de justicia y de dignidad, ya sea en forma de trabajo o de equidad social.
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