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en poner sobre un plano todos los rios de ese lugar
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que parecería relativamente sencilla, es una misión a la que pocos científicos se le han medido, pues hacerlo implica contar con herramientas capaces de ver en una escala que capte hasta los hilos de agua más pequeños. Eso sin contar con el problema que implica medir algo que se retuerce y cambia su curso sin avisar y que puede desaparecer tras un intenso verano sólo para reaparecer tras varios meses de lluvia.
Por esto, antes de la más reciente edición de la revista Science, apenas dos equipos de científicos se habían aventurado a calcular ese valor, que sirve no sólo para planear mejor los territorios, sino para entender los verdaderos impactos que tienen las corrientes de agua en la emisión de gases de efecto invernadero. Sin embargo, esos dos equipos calcularon las rutas de los ríos y su extensión global basándose exclusivamente en la teoría y no en datos observacionales.
El delta del río Yana, en el norte de Rusia.
En cambio, el análisis realizado por George H. Allen y Tamlin M. Pavelsky, y publicado en la página 535 de la nueva edición de Science, se basó principalmente en datos recogidos por los satélites Landsat, lanzados al espacio por la NASA en los años setenta. Los científicos recogieron 7.376 imágenes provenientes de 3.693 estaciones.
Estos datos se diferencian de anteriores, no sólo porque fueron observaciones directas, sino porque tuvieron en cuenta la variación de los ríos debida a las enormes presiones ambientales causadas por los seres humanos y otros factores extraclimáticos.
Este río se encuentra en el estado de Bengala Occidental, en India. Los investigadores analizaron los cambios en caudal y cauce de los río a lo largo de los años.
Tras analizar los datos satelitales —que sólo permitieron ver ríos con un ancho mínimo de 90 metros—, los científicos aplicaron una serie de ecuaciones que les permitieron trazar cuántos arroyos, quebradas y riachuelos más pequeños pertenecían a cada cuenca.
Así llegaron a la conclusión de que todos los hilos de agua del planeta cubren un área aproximada de 773.000 kilómetros cuadrados, un 0,06 % de la superficie terrestre no congelada en los polos. Estos datos les permitieron concluir que la superficie de ríos de la Tierra es entre 29 y 59 % más grande que lo que habían predicho estimaciones anteriores.
Un mapa global de todos los grandes ríos del planeta, de acuerdo con datos recogidos por los satélites Landsat en 2018.
Hubo algunos lugares en los que esa diferencia entre los datos anteriores y los recientemente calculados fueron más grandes. De acuerdo con el documento, en América Central, Nueva Zelanda y la mayor parte del Sudeste asiático, la cantidad de corrientes había sido subestimada. En la cuenca del Amazonas, por ejemplo, descubrieron que, dependiendo de la época del año, la cantidad de agua que corre en la región es entre 6 y 67 % más grande que los estimados anteriores.
Estos resultados llevaron a los investigadores a una conclusión: que “la interacción entre los ríos y la atmósfera es probablemente más grande que los estimados anteriores, haciendo necesaria una revisión de los datos, especialmente en el Ártico, en donde los impactos del cambio climático por los flujos de carbono son la mayor preocupación”.
O, en palabras más sencillas: el estudio demostró lo necesario que es que otros científicos se aventuren a estudiar la cantidad de gases de efecto invernadero que cada año liberan los ríos, especialmente de metano (un gas que se produce con la descomposición de materia orgánica como troncos de árboles, hojas o animales muertos), para así tomar mejores decisiones sobre ellos.