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Respuesta:
Este Salmo empieza y termina con un «¡Aleluya!» «Alabado sea el Señor». El espacio entre estas dos exclamaciones de alabanza está lleno de tristes detalles del pecado de Israel y la paciencia extraordinaria de Dios; y, verdaderamente, hacemos bien en bendecir al Señor tanto al comienzo como al fin de nuestra meditación cuando el pecado y la gracia son los temas.
Es muy probable que fuera escrito por David; en todo caso, sus versículos primero y los dos últimos se hallan en el cántico sagrado que David entregó a Asaf cuando éste trajo el arca del Señor (1º Crónicas 16:34-36).
Al estudiar este santo Salmo considerémonos nosotros mismos entre el antiguo pueblo del Señor y lamentemos nuestras propias provocaciones al Altísimo, y al mismo tiempo admiremos su infinita paciencia y adorémosle debido a la misma. Que el Espíritu Santo lo santifique para el incremento de la humildad y de la gratitud. C. H. S.
Explicación:
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